Se trata de una escultura de alto relieve, construida en mármol. Representa a Madre e hijo en actitud de bendecir y miran frontalmente, no se establece comunicación entre ellos. Las figuras han perdido la rigidez de las vírgenes sedentes románicas para mostrarnos una actitud más humana. Esto se aprecia en el gesto con que sostiene a su hijo y en los rostros serenos, pero con una sonrisa amable. El canon es más alargado y sus ropas se pliegan para dar forma y armonía al volumen de los cuerpos. La rigidez y la simetría románica de la escena se rompe al desplazar del regazo a uno de los brazos la figura del niño Jesús. La escena que componen es mucho más humana: las figuras se sonríen, la Virgen sostiene a su hijo con un gesto maternal y el Niño se comporta como niño, y no como todopoderoso creador, al acariciar a su madre. La imagen la identificamos con la Virgen Blanca de la Catedral de León, en El parteluz de la puerta principal, Es una típica Virgen gótica plena de belleza, alegría, armonía, humanización y naturalismo. En el nuevo espíritu que anima a la religiosidad y a la figuración del gótico se destaca el protagonismo de la Virgen como madre de Dios. Como es la principal advocación de las catedrales levantadas en este momento (Notre Dame), tendrá reservado un lugar preferente en las portadas, el mainel o parteluz de la puerta principal. Esta importancia contrasta con el románico en donde sólo era una más de los intercesores colocados en las jambas.
Blog de aula del profesor MANUEL MUJERIEGO para los alumnos de HISTORIA DEL ARTE del I.E.S. Alto de los Molinos de Albacete.
viernes, 23 de marzo de 2012
Virgen Blanca de la Catedral de León
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