EL PUENTE
Blog de aula del profesor MANUEL MUJERIEGO para los alumnos de HISTORIA DEL ARTE del I.E.S. Alto de los Molinos de Albacete.
miércoles, 23 de mayo de 2012
¡Aviso!
Hola chicas. Siento no poder colgaros las notgas esta tarde. Los exámenes no han salido demasiado mal, pero hay un par de calificaciones que debo cotejar con ejercicios anteriores, notas de clase, entradas al blog... En fin, que tendréis que esperar un poquito.
martes, 22 de mayo de 2012
¡¡¡¡¡AVISO!!!!!
Las notas medias, las haré tras el examen de recuperación.
Las que teneís más de un 4,75 en cada una de las dos evaluaciones anteriores, podréis considerarlas como aprobadas y sólo tendréis que examinaros de aquellas evaluaciones cuya nota sea inferior.
Las que teneís más de un 4,75 en cada una de las dos evaluaciones anteriores, podréis considerarlas como aprobadas y sólo tendréis que examinaros de aquellas evaluaciones cuya nota sea inferior.
lunes, 21 de mayo de 2012
¡¡¡Últimas noticias!!!
Últimas, que no demasiado buenas... Enhorabuena a Gema, con un poco de ayuda. El resto nos vemos el miércoles para la recuperación.
Las que habéis aprobado las evaluaciones anteriores sólo teneis que examinaros de esta última. Las que lleváis más de una, tendreis opción de realizar un ejercicio de las evaluaciones suspensas para superarlas todas.
Y os recuerdo, los conceptos deben figuras siempre con ejemplos y cronología. El desarrollo del tema no ha de ser muy extenso, pero debéis incluir unas características generales del estilo para centraros después en lo que se os pregunta. No podeís dejar las peguntas a medias o contestar cosas diferentes. Respecto a las imágenes, no olvideís situarlas en su espacio-tiempo, caracterizarlas en su contexto artístico y relacionarlas con otras obras de su estilo o de su autor.
Un último esfuerzo.
Las que habéis aprobado las evaluaciones anteriores sólo teneis que examinaros de esta última. Las que lleváis más de una, tendreis opción de realizar un ejercicio de las evaluaciones suspensas para superarlas todas.
Y os recuerdo, los conceptos deben figuras siempre con ejemplos y cronología. El desarrollo del tema no ha de ser muy extenso, pero debéis incluir unas características generales del estilo para centraros después en lo que se os pregunta. No podeís dejar las peguntas a medias o contestar cosas diferentes. Respecto a las imágenes, no olvideís situarlas en su espacio-tiempo, caracterizarlas en su contexto artístico y relacionarlas con otras obras de su estilo o de su autor.
Un último esfuerzo.
miércoles, 2 de mayo de 2012
COMENTARIO DE LA PIEDAD (MIGUEL ÁNGEL)
La imagen a comentar es una escultura de bulto redondo realizada en mármol. Es de carácter religioso y fue esculpida durante la época del Renacimiento en Italia, en concreto, a finales del Quattrocento.
Como podemos observar, la escultura tiene una estructura piramidal y proporcionada. Se representa a los personajes bíblicos de Jesús y su madre, La Virgen María. El primero se muestra yacente sobre el regazo de su madre.
El rostro de Jesús es realizado de medio perfil mostrando una expresión plácida, que se interpreta como el hecho de que éste cumplió su mandato en la tierra y su tranquilidad remplaza todo el sufrimiento padecido durante su pasión.
Como vemos, María sujeta el cuerpo sin vida de su hijo con el brazo derecho, apoyando a éste en los pliegues de sus ropajes. La expresión del rostro de la Virgen es de ternura. llama la atención la juventud de María con respecto a Jesús, mostrando así , una gran belleza.
Gracias a la forma triangular de la escultura se consigue transmitir estabilidad y proporción, aspectos de gran importancia en el Renacimiento.
En concreto, la imagen que comentamos es "La Piedad" que fue realizada por Miguel Ángel Buonarroti el cual firmó su obra en una banda que atraviesa el pecho de la Virgen. La escultura pertenece a la etapa clásica de este autor en la que también realizó el "David".
Para realizar esta obra, Miguel Ángel, firmó un contrato en el que decía que la duración de la realización de la obra sería de un año y debía de verse entera desde todas sus perspectivas.
domingo, 22 de abril de 2012
Unidad 24. EL NEOCLASICISMO. ACADEMIA Y URBANISMO. CÁNOVA, DAVID Y GOYA.
Al iniciarse la segunda mitad del siglo XVIII, una serie de circunstancias surgidas de las más diversas causas comienzan a propiciar el desarrollo de un nuevo estilo: el neoclasicismo.Junto a la reacción contra el barroco y el rococó imperantes, la difusión de las obras de una serie de pensadores como Winckelmann o Laugier, entre otros, así como la nueva filosofía enciclopedista y el hecho innegable de que Roma se convirtiera en el centro neurálgico de artísticas, escritores e intelectuales de todos los países, van a ser factores decisivos para un proceso de revisión de lo clásico de rápida implantación y que tendrá en las instituciones y las academias a sus principales valedores. Por vez primera, tal y como señalaba el propio Winckelmann, iba a existir una asociación entre el arte y las condiciones políticas y sociales de igual a igual. Así, la Razón se convierte también en el principio del hecho artístico y desde ella se reclama el orden y la claridad del arte grecolatino, preferentemente griego, como modelo a imitar y no simplemente a revisar. Este retorno al pasado pretendía no sólo recuperar un cierto paradigma de belleza, sino imitar los ideales morales y políticos que fundamentaron aquella época, irremediablemente idealizada ya.Esta nueva visión del clasicismo, que pasa por el atento análisis de Vitrubio, el redescubrimiento de Pompeya y Herculano, las reproducciones seriadas de los grabados de Piranesi e incluso la pugna entre los partidarios de lo griego o de lo romano, dará sus frutos en nuevos postulados estéticos, acordes con las clases ilustradas. El arte paraba por ser un instrumento docente para el pueblo, al servicio de los valores éticos y morales de los nuevos tiempos, alejados del irracionalismo emocional del Antiguo Régimen. Esta labor “didáctica” conformará el gusto masivo de las sociedades contemporáneas y contra él que reaccionará primero el romanticismo y más adelante la sociedad industrial.La Revolución Francesa de 1789 marcó el final del optimismo ilustrado, incrementado por la guerra y la desolación que inauguró el periodo napoleónico. El arte se hizo eco de esa irracionalidad a través de nuevas categorías como lo monstruoso o lo onírico. En este sentido puede entenderse la aparición de un artista exaltado o visionario que preludia claramente el espíritu romántico. Pintores como Blake y Goya o arquitectos como Boullé o Schinkel reflejan las contradicciones del neoclasicismo –como las tuvo la Ilustración que degeneró en revolución- que albergaban el germen del romanticismo.ARQUITECTURA Y URBANISMO.Las primeras críticas hacia la arquitectura barroca se encuentran en los escritos y tratados italianos de mediados del siglo XVIII. Los teóricos manifestaban la necesidad de volver a una arquitectura funcional y a soluciones más racionales que terminaran con los abusos ornamentales. En el caso de Italia, muchos intentaron seguir los consejos del pensamiento arquitectónico, pero no pudieron evadirse totalmente del pasado, dando lugar al denominado barroco clasicista. Francia, cuna de la Ilustración, también tomo la iniciativa en esta renovación y desde 1750 aparecieron realizaciones que tienden a una mayor claridad formal y clásica inspirada en modelos romanos y renacentistas. J.F. Soufflot, autor de la iglesia de Sta. Genoveva (convertida en Panteón de Hombres Ilustres durante la Revolución), fue uno de los primeros en conferir a la columna el papel regularizador del orden que tuvo en la Antigüedad. Sin embargo, será a raíz de la Revolución cuando la arquitectura se proyecte según los rígidos y severos cánones del mundo clásico. Para entonces, las estampas de las construcciones grecorromanas de Stuart y Revett y los estudios de Winckelmann (Reflexiones sobre la imitación del Arte Griego, Historia del Arte de la Antigüedad…) abren la puerta a un arquitectura que copia los edificios grecorromanos. Esta nueva arquitectura fue institucionalizada por Napoleón ya que servía para conmemorar su política expansionista y parangonarla con la Roma Imperial. Se realizaron columnas, como la de la Grand Armee, arcos de triunfo (Carrusel, Estrella) y nuevas iglesias con el aspecto de un templo griego, como La Magdalena, dentro de un programa de reformas urbanas promovidas por el Emperador. En Munich, Leo von Klenze urbanizó la Königsplatz para Luis I de Baviera, reviviendo un estilo griego de serena armonía en edificios como la Gliptoteca o los Propileos. Pero el arquitecto alemán más destacado fue K.F. Schinkel al compaginar el racionalismo clasicista con proyectos de tendencia neogótica.En España, la evolución hacia una arquitectura más internacional se produce gracias a la llegada del barroco clasicista de los italianos: Juvarra, Sacchetti y Bonavía. En España destaca la figura de Ventura Rodríguez, un arquitecto que debe incluirse en la tendencia de los anteriores, evolucionando hacia una mayor sobriedad en la fachada de la Catedral de Pamplona. La actividad arquitectónica y urbanística más importante del siglo XVIII corresponde al reinado de Carlos III. El monarca promueve una política de mejoras de la capital en la que intervienen F. Sabatini, arquitecto de la Puerta de Alcalá, y Juan de Villanueva. Este último es la gran figura del neoclasicismo español. Entre sus obras destacan el Museo del Prado y el Observatorio Nacional, de gran racionalismo y pureza en las que prima la claridad y desornamentación.ESCULTURA NEOCLÁSICA. CANOVA.Los escritos de Winckelmann y especialmente el texto de Laocoonte de Lessing, propiciaron un nuevo sentido plástico en la escultura, basado en la exclusiva imitación de la estatuaria grecorromana, en el retorno a una belleza ideal, desapasionada y marmórea. Tiene su epicentro en roma, donde residieron los dos máximos representantes: Antonio Canova y Bertel Thorwaldsen. Ambos buscaron su ideal en las esculturas de la Antigüedad e imprimieron una rigidez y una corrección académica que les llevó a conseguir un perfecto dominio de la técnica.Antonio Canova evoluciona desde la suavidad tardobarroca de su Amor y Psique hacia una mayor austeridad inspirada en modelos romanos. En 1802 pasa al servicio de napoleón y le retrata como un personaje del panteón romano, mientras que a Paulina Bonaparte la caracteriza como a una Venus recostada y semidesnuda.PINTURA NEOCLÁSICA. DAVID.A diferencia de arquitectos y escultores, los pintores no disponían de modelos clásicos a los que imitar, encontrando inspiración en los relieves. De ellos aprendieron la anatomía y el modelado del cuerpo, así como el dominio absoluto del dibujo. El resultado es una pintura en la que predomina la forma sobre el colorido y cuyos contenidos reflejan la ideología política del momento a través de los temas solemnes y ejemplares del mundo antiguo.J.L. David fue la máxima figura de¡ la pintura neoclásica y un artista comprometido con los acontecimientos sociales que le tocó vivir. Su primera obra maestra, El Juramento de los Horacios, es una obra de rigurosa composición, calculada y fría, con un tema heroico extraído de la historia de la Roma republicana, con el que la monarquía francesa quería ensalzar la moral pública. Pero David será el artista oficial de la revolución, encargado de glorificar la nueva república y sus mártires, como en La muerte de Marat, o de conciliar las diferentes posturas revolucionarias, en El Rapto de las Sabinas. Con napoleón se convierte en pintor de cámara e inicia una etapa encaminada a consagrar la figura del emperador como un nuevo héroe: La Consagración del Emperador.LA PINTURA NEOCLÁSICA ESPAÑOLA. GOYA.Asume características similares a las del resto de países europeos, tan sólo alterada por la personalidad de Goya. La nueva dinastía borbónica promociona la venida de artistas extranjeros, lo que marcará la pintura del fin de siglo. Así, Tiépolo: rococó, influye en los hermanos González Velázquez; Mengs, marca la pauta de un clasicismo españolizado en pintores como los hermanos Bayeu y Mariano Salvador Maella. La Academia de San Fernando favorecerá también un clasicismo puro; José Aparicio y José de Madrazo fueron discípulos de David, iniciando la pintura de historia del s. XIX.3.3. GOYA. VIDA Y OBRA.Nace en Fuendetodos (Zaragoza). Comienza a pintar en el taller del pintor zaragozano José Lujan en estilo todavía barroco. Opta a los premios de la Academia de San Fernando, es rechazado. Viaja a Italia (Parma) donde conoce a Giaquinto y el ambiente de transición del rococó al neoclasicismo. Aprende la técnica del fresco, lo que le permite en 1771 -tras su regreso a Zaragoza- pintar una bóveda para el Pilar y varios cuadros para el Aula Dei. Contrae matrimonio con la hermana de Francisco Bayeu, pintor de Cámara, lo que le faculta el acceso a los talleres reales, donde trabaja como cartonista de tapices en los que saca a relucir la frescura de los temas populares, todavía algo rococós: La gallinita ciega. Estos trabajos le proporcionan sus primeros éxitos, la amistad con la nobleza y cierto prestigio como retratista. En 1780 ingresa en la Academia de San Fernando y vuelve a Zaragoza para pintar el Pilar junto a sus cuñados (Francisco y Ramón). Tras desavenencias entre ellos vuelve a Madrid y realiza importantes retratos en los que se preocupa por la expresión psicológica: Retratos de los Alba y los Osuna. En 1789 es nombrado pintor de cámara, realizando una serie de retratos de la familia real.En 1793 se produce la PRIMERA CRISIS, grave enfermedad: sordera: un cierto pesimismo invade su producción pictórica y como grabador: "Los caprichos" (1793-99), a través de los cuales se recrea en el espíritu de los hombres, realizando una sátira violenta de un mundo sobre el que veía extenderse progresivamente la noche, la locura y la muerte, elementos en los que el escritor Edmund Burke situaba el sentimiento de lo sublime. Su labor retratista no disminuye, sino que alcanza mayor madurez: "Retrato de Fco. Bayeu", Las majas...La crisis está superada como demuestran dos de sus mejores obras del momento: "la bóveda de San Antonio de la Florida" (1798), caracterizada por su naturalismo, picardía, sus pinceladas expresionistas y su luz impresionista; y "El retrato de la familia de Carlos IV" (1799-1800), auténtico documento histórico, definido por el estudio psicológico de los personajes.En 1808 se produce la SEGUNDA CRISIS, consecuencia de la Guerra de Independencia. Visión horrorizada y desesperada, testimoniada en la serie de grabados "Los desastres de la Guerra" y en los cuadros "Los fusilamientos de la Moncloa", "Los mamelucos" o "El Dos de mayo" (1814), de intensidad expresiva absolutamente moderna .Terminada la Guerra, vuelve a ser pintor de Cámara de Fernando VII, demostrando una pincelada más sintética y expresiva: retratos crueles del rey. Inmortaliza la fiesta de los toros en la serie de grabados "La tauromaquia" (1815), pero la inclinación hacia lo macabro lo domina: pinturas negras de la Quinta del Sordo: pesimismo desesperado, en obras de pincelada gruesa y larga. Posteriormente realiza la serie de grabados "Los disparates", obras personalísimas que anuncian el surrealismo.Abandonado por sus amigos, se establece en Burdeos, donde realiza obras de gran impresionismo. "La lechera de Burdeos" y aprende la técnica litográfica que plasma en escenas taurinas. Muere en 1828.Goya es un artista de evolución lenta, que participa de lo rococó y lo neoclásico, pero que anuncia en sus últimos años la pintura contemporánea: técnica impresionista, expresionismo deformador de la realidad. Sus "maestros", según él, fueron Velázquez (retrato psicológico), Rembrandt (espiritualidad) y la naturaleza.
Unidad 23. LA PINTURA BARROCA EN ESPAÑA: RIBERA, ZURBARÁN, MURILLO Y VELÁZQUEZ.
En España, el siglo XVII representa la culminación del arte y la pintura española, coincidiendo con el Siglo de Oro de las letras y en el seno de la contrarreforma religiosa acorde con el espíritu español; y, curiosamente, con el declinar político de los Austrias y económico del país. En él aparecen las personalidades más fuertes del arte nacional (Ribera, Zurbarán, Murillo o Velázquez), condicionadas por la limitación que supone la carencia de una pintura mitológica, al no existir otra clientela que la religiosa y la cortesana.La temática, por tanto, es el elemento clave de nuestra pintura, predominando lo devocional, aunque sin despreciar lo profano: bodegones, cuadros de género, fiestas, paisajes, históricos, etc., en ocasiones cargados también de simbolismo moral. Todo ello caracteriza las obras del momento hacia un naturalismo equilibrado, en el que lo imaginativo y lo fantástico apenas tienen cabida, y una sencillez de composición y líneas, y la escasa violencia de las formas en comparación con el resto de Europa.Al tiempo, se advierte una evolución histórica en dos etapas:1ª) Durante la primera mitad del siglo, las formas predominantes son las del naturalismo tenebrista, preocupado por el realismo y la iluminación, de influencia italiana, y cuyo origen en España debemos situar en El Escorial, particularmente en la obra de Navarrete, desde donde se difunde a través de cuatro focos: Sevilla (Pacheco, Zurbarán y Alonso Cano), Toledo (Tristán, Sánchez Cotán y Pedro Orrente), Valencia (Ribera y Ribalta) y Madrid (los Carducho). Especial significación por su repercusión posterior tienen las figuras de José de Ribera y Francisco de Zurbarán. El primero, afincado en Nápoles es fiel seguidor del Caravaggismo, que interpreta a través de una versión personal más exagerada y crispada caracterizada por una pincelada espesa muy peculiar (Martirio de San Bartolomé o San Esteban). Zurbarán es el pintor monástico por excelencia, lo que se traduce en una pintura de extrema sencillez y severa monumentalidad en sus series de frailes (San Hugo en el refectorio de los cartujos…) o en sus bodegones de poderosos volúmenes conseguidos a base del contraste entre sombra y luz.En la segunda mitad de siglo asistimos a la difusión de los modelos flamenco-rubenianos y a un giro de la Iglesia hacia lo opulento, que se traduce en una pintura más colorista y luminosa que pervive hasta el siglo XVIII. Dos centros: Sevilla (Murillo y Valdés Leal) y Madrid (Rizzi; Carreño y Lucas Jordán). Especial significación, por su enorme popularidad, merece la obra de Bartolomé Esteban Murillo, pintor que encarna el gusto y la devoción de la burguesía popular andaluza lo que se traduce en la delicadeza y sentimentalismo de sus obras. Es, por excelencia el interprete de los temas religiosos: las Inmaculadas y el Niño Jesús; pero además, pintor de género realista con escenas llenas de picardía y gracia que rehuyen la expresión de la miseria social (Niños comiendo uvas y melón).Velázquez se sitúa a caballo entre el realismo de la primera etapa y el barroquismo de la segunda, aunque su carácter de hombre culto, sus viajes a Italia y su condición de pintor de corte le sitúan también en la frontera de un clasicismo muy escaso en nuestro país por la inexistencia de una burguesía intelectual y el hecho de que la aristocracia suela encargar ese tipo de obras en Flandes o Italia.A lo largo de su obra se observa la influencia en un primer momento de Pacheco y Herrera el Viejo, en su composición e iconografía. Y, a través del tiempo, de Miguel Ángel, Durero, El Greco, Tiziano y Ribera, así como de grabados flamencos. Contra lo que se creyó en un principio también él influye sobre un amplio círculo, particularmente sobre la Escuela madrileña: Claudio Coello, y posteriormente sobre Goya y los realistas e impresionistas del s. XIX.La historiografía artística tradicional divide su producción cronológicamente y desde un punto de vista esencialmente geográfico en seis etapas:1ª) Etapa sevillana. Dura plasticidad y tenebrismo. Bodegones, retratos y cuadros religiosos, en muchas ocasiones confundidos: "El aguador", "Vieja friendo huevos".2ª) Primera etapa madrileña (1623-28). Se establece en Madrid como retratista: influencia de Tiziano: el "Retrato de Felipe IV" le abre las puertas de la Corte y le pone en contacto con la nobleza. Deja atrás el tenebrismo, reduce la temática religiosa e introduce temas mitológicos: "Los borrachos" (1628), aunque tratados aún como cuadros de género. Influido por Rubens viaja a Italia:3ª) Primer viaje a Italia (1629-30). Aclara la paleta y la pincelada se hace más fluida. Se interesa por el desnudo, el paisaje y la perspectiva aérea: "La fragua de Vulcano".4ª) Segunda etapa madrileña (1631-1648). A lo largo de esta etapa observamos varios tipos de obras: religiosas, cortesanas ( Baltasar Carlos a Caballo, Retrato ecuestre del Conde Duque de Olivares, La Rendición de Breda, basado en el texto de Calderón: El sitio de Breda) y alegóricas. En ellas, Velázquez emplea una pincelada más fluida, una paleta más profunda y de efectos pictóricos que experimenta en sus retratos de bufones: El niño de Vallecas.5) Segundo viaje a Italia (1649-50). Retratos: "Inocencio X", prefiguración del Impresionismo.6) Período final (1651-60). Regreso a España, paleta líquida y pinceladas rápidas y gruesas. Retratos y cuadros mitológicos, donde la perspectiva aérea y el tratamiento del espacio ilusionista llega a su culminación:. "Las Meninas", retrato en acción de la Familia Real.. "Las Hilanderas", un tema mitológico (Palas-Aracne) representado a través de una escena cotidiana de taller.Además de pintor de cámara, Velázquez fue aposentador mayor del reino, dirigiendo la administración de obras arquitectónicas y la decoración de los salones palaciegos.Al margen de influencias, tres pintores se hallan íntimamente ligados al taller de Velázquez: Antonio Puga, Juan Pareja y Juan Martínez del Mazo, quienes recogerán su estilo de manera superficial.
Unidad 22. LA PINTURA BARROCA EN EUROPA. ITALIA, CARAVAGGIO; FLANDES, RUBENS Y HOLANDA, REMBRANDT.
Como en el resto del arte barroco, pero con más intensidad si cabe, la pintura estará caracterizada por el desarrollo político de los Estados, lo que contribuye a la creación de escuelas nacionales y la reacción contrarreformista frente a las formas intelectualizadas y antinaturalistas del manierismo. Todo ello se concreta en dos direcciones fundamentales en la pintura: el naturalismo y el clasicismo, ambas de origen italiano y que evolucionan de forma diferente en cada uno de los países atendiendo a sus propias características políticas, económicas y religiosas:- En Italia, la línea naturalista, opuesta al intelectualismo manierista, está representada por Caravaggio, que insiste en la realidad temática a partir de la utilización de modelos callejeros en la personificación de las imágenes religiosas y en la utilización de la técnica tenebrista de gran influencia posterior. El tenebrismo presenta los personajes y los objetos sobre un fondo oscuro, destacándolos mediante una iluminación focal y violenta que hace destacar sus rasgos y gestos más significativos; ignora el paisaje, pero valora enormemente la naturaleza muerta. Sus obras maestras son grandes cuadros religiosos en los que la vulgaridad voluntaria de los modelos no quita grandeza y emoción en las composiciones. Así, La Conversión de San Pablo, La Vocación de San Mateo o La Dormición de la Virgen. La línea clasicista, acorde con los ambientes burgueses boloñeses, se preocupa más por la composición que por la realidad: los Carracci. Una tercera vía, más decorativa y aplicada a la cubrición de los muros, influirá en los ambientes cortesanos: Pietro da Cortona.- En Francia, el naturalismo caravaggista está representado por Georges de la Tour, quien desarrolla un estilo personal, más geométrico y de extraordinario valor lumínico. El clasicismo adquiere su máxima expresión en las figuras del “sereno y mitológico” Nicolás Poussin y de Claudio Lorena, cuyas escenas alegóricas y bíblicas influirán en el romanticismo y el impresionismo. Una tercera línea está representada por la Academia de Versalles y los retratistas, al amparo de la Corte; influirán enormemente en el resto de las casas europeas, elevarán la condición social de los artistas y crearán una fórmula estética al servicio de los monarcas: Felipe de Champagne.- En Flandes, la sociedad católico-aristocrática se decanta hacia obras de gran formato y elevada solemnidad, tanto religiosas como mitológicas; lienzos de altar las primeras y para la decoración palaciega las segundas. El retrato tiene también un carácter aparatoso y solemne, para dar idea de la posición social elevada del representado. Rubens es el pintor barroco por excelencia, caracterizado por el dinamismo, la vitalidad y exuberancia de sus obras. Su colorido es cálido, aprendido de Tiziano y sus composiciones se ordenan frecuentemente sobre un esquema diagonal que les presta una sensación de movimiento prolongado. Sus cuerpos, carnosos y sensuales contribuyen a concretar este ritmo turbulento y exagerado. Incluso en el paisaje, heredero de los veneciano, comunica a la naturaleza el mismo impulso dinámico. Rubens abarco con maestría todos los géneros. Como pintor religioso repite series de espectacularidad extraordinaria al servicio de la nueva Iglesia Triunfante (Adoración de los Reyes…). Como pintor histórico y mitológico, interpreta con gran sensualidad y efectismo los temas (Las tres gracias). Como retratista, creará un tipo cortesano en el que destaca la altivez de los personajes sin desdeñar el aspectos psicológico (Retrato del Duque de Lerma). Tendrá una influencia enorme en toda Europa e Hispanoamérica. En ocasiones a través de discípulos como van Dyck (gran retratista, recoge el espíritu refinado y selecto del maestro al servicio de la corte inglesa) y Jordaens (cultiva escenas populares y de género).- En Holanda, se desarrolla una pintura muy diversa cuyos nuevo mecenas es la rica burguesía comercial y mercantilista abierta a las modas y gustos populares. La influencia del caravaggismo llega a los Países Bajos a través de los pintores de Utrecht a principios del siglo XVII, pero tamizada por la sencillez y contención del carácter nórdico y aplicada a temas cotidianos: animales, interiores, retratos corporativos, bodegones.... Desde mediados del siglo, la influencia flamenca va introduciendo una cierta aparatosidad y virtuosismo de la que participan los tres grandes autores de esta escuela. Hals (retratista de técnica libre, antecedente de la pintura del s. XIX), Veermer (maestro de género, que expresa la vida burguesa de la época) y, especialmente, Rembrandt van Rijn, quien cultiva un tenebrismo muy peculiar, de pincelada suelta, muy expresivo y de una modernidad e influencia posterior enorme. Cultivó todos los géneros, desde el bíblico, el paisaje, el bodegón o los retratos de grupo, concebidos como complejas composiciones de una naturaleza compleja y misteriosa (La Ronda). De sus discípulos el más interesante es Ferdinand Bol, pero su estilo permaneció vigente en Holanda hasta finales del siglo XVIII.
Unidad 21. LA ESCULTURA BARROCA: BERNINI. LA IMAGINERÍA EN ESPAÑA.
La nueva realidad histórica que representa el siglo XVII, tiene también su traducción en la escultura, monumental y naturalista, aunque su evolución sea algo más tardía que en el resto de las artes. A nivel general, la escultura barroca es la del movimiento y el realismo pictorialista, manifestado desde distintas premisas: la ampulosidad de la corte papal, el clasicismo de la Francia versallesca y la imaginería española contrarreformista.Los temas cultivados son, como es lógico, principalmente religiosos: apoteosis gloriosas de santos o escenas de martirio y éxtasis que tienen como propósito conmover al espectador y destacar el triunfo de la Fe sobre la herejía o el error. Pero la exaltación de lo humano y del carácter heroico encuentra también expresión en la abundante escultura funeraria y en los retratos ecuestres. Al servicio del poder y como complemento a los jardines y el urbanismo de época, aparece también, especialmente en Francia, la escultura mitológica.Los soportes proceden de la tradición renacentista. Papas y reyes prefirieron en sus encargos el mármol, que adquiere calidades plásticas al pulimentarse en extremo. En España, se desarrolla la tradición imaginera con estatuas de madera policromadas y estofadas que, en retablos y pasos procesionales ejercen el catecismo proclamado por Trento a través de órdenes monásticas como la de los jesuitasESCULTURA EN ITALIA.Desarrollada en torno a la Iglesia y a las actuaciones urbanas de los Papas, cuyo objetivo será convertir Roma en cabeza visible de la humanidad cristiana.Sobresale la actividad de BERNINI, para quien la escultura es la expresión de la historia de la humanidad, algo que aplica a la Iglesia porque es el instrumento para la salvación de los hombres; al Estado, en tanto que instrumento para conseguir la felicidad terrenal; y al Arte, que permite hacer visibles las creaciones de la imaginación.Bajo estas premisas desarrolla una escultura destinada a impactar emocionalmente, a través de un juego estético preconcebido: la proyección espacial de sus obras, el sentido escenográfico de las mismas, la distorsión de sus formas, el modelado de las superficies y un extraordinario virtuosismo.Realiza numerosísimas obras escultóricas, de carácter mitológico: Apolo y Dafne; religioso: Éxtasis de Sta. Teresa, Cátedra de S. Pedro; urbano: Fuente de los Cuatro Ríos, etc. Fue también un excelente retratista, el realizado para Luis XIV en París fue decisivo para extender su influencia por toda Europa, que perdurará hasta bien entrado el siglo XVI.Junto a Bernini, destaca la actividad de dos artistas menores: Algardi, sucesor de Bernini en las obras papales, debe mucho al estilo de su maestro; y Duquesnoy, de origen flamenco, lleva a cabo obras de enorme clasicismo, más estático y solemne que Bernini. Ejem. San Andrés, en S. Pedro del Vaticano.ESCULTURA EN FRANCIA.Al contrario que en Italia donde tiene un alto componente religioso, la escultura francesa estará claramente al servicio del poder civil -realeza y aristocracia-, con clara función de exaltación y propaganda. Desde la Academia Real se diseñarán una serie de normas estrictas que hacen bastante homogénea la estatuaria barroca en Francia:- Predominio del mármol sobre el bronce, gusto por la temática retratística, aplicación de la escultura a suntuosos mausoleos y uso frecuente de los asuntos mitológicos.
ESCULTURA EN ESPAÑA.Mientras en Italia y Francia se desarrolla una escultura inspirada en Bernini, en mármol y bronce, con amplio uso de la mitología y la alegoría, en España se desarrolla la escultura en madera policromada de tradición manierista (Berruguete).Su temática es esencialmente religiosa, procurando acercarse a la iconografía propuesta por Trento, cuya finalidad consistía en despertar la sensibilidad del creyente para que sienta las imágenes como elementos integrantes de su vida cotidiana.La costumbre de sacar las imágenes en procesión determina la creación de un tipo de escultura procesional de carácter narrativo y exento, muy popular y abundante desde el siglo XVII. El deseo de realidad en estas imágenes obliga a renunciar progresivamente al estofado, que es sustituido paulatinamente por una vistosa policromía y elementos postizos: ojos de cristal, pelo, lágrimas de cera, etc. En el desarrollo de los centros de actividad de la escultura barroca intervino el protagonismo de ciertos artistas que irradiaron su influencia a zonas determinadas de nuestro país: Gregorio Hernández, en Valladolid; Martínez Montañés, en Sevilla; Alonso Cano, en Granada y Francisco Salzillo, en Murcia.Gregorio Hernández.Su actividad se enmarca principalmente en un doble contexto: el establecimiento de la Corte en la capital vallisoletana (aumento de la clientela benefactora) y el sobrio fervor religioso de la sociedad castellana. Formalmente trabaja sobre todo la madera, concediendo especial importancia al tratamiento anatómico de sus personajes, así como a los efectos de dolor y patetismo que consigue mediante la profusión de detalles. Sobresalen sus cristos: Ecce homo, y sus populares inmaculadas.Martínez Montañés.Frente al patetismo de lo castellano, representa la serenidad y el clasicismo que entronca con la tradición renacentista. Sus imágenes, aun pasionales, destacan por su dulzura y delicadeza: Cristo de la Clemencia, Inmaculadas.Entre sus discípulos sobresale Juan de Mesa.Alonso Cano.Recoge la influencia de lo sevillano, dotando a sus esculturas de una belleza serena ideal. Frente a él, Pedro de Mena aporta la expresión contenida en sus imágenes.Francisco Salzillo.A comienzos del XVIII la ciudad de Murcia conoce una etapa de abundancia económica debido principalmente al comercio de la seda. En este contexto se termina la fachada de la catedral, se realizan numerosas iglesias y aparece la figura de Salzillo, como continuador de la tradición imaginera en el marco de un siglo de profunda crisis creativa. Su estilo es muy personal, dulcificando los modelos del XVII e introduciendo aspectos de procedencia italiana (Nicolás Salzillo), que lo sitúan a caballo de un arte más rococó. Ejem: Belén, Pasos procesionales (Oración del Huerto, etc.). Taller de gran influencia en la región del sureste: Albacete: Roque y José López.
ESCULTURA EN ESPAÑA.Mientras en Italia y Francia se desarrolla una escultura inspirada en Bernini, en mármol y bronce, con amplio uso de la mitología y la alegoría, en España se desarrolla la escultura en madera policromada de tradición manierista (Berruguete).Su temática es esencialmente religiosa, procurando acercarse a la iconografía propuesta por Trento, cuya finalidad consistía en despertar la sensibilidad del creyente para que sienta las imágenes como elementos integrantes de su vida cotidiana.La costumbre de sacar las imágenes en procesión determina la creación de un tipo de escultura procesional de carácter narrativo y exento, muy popular y abundante desde el siglo XVII. El deseo de realidad en estas imágenes obliga a renunciar progresivamente al estofado, que es sustituido paulatinamente por una vistosa policromía y elementos postizos: ojos de cristal, pelo, lágrimas de cera, etc. En el desarrollo de los centros de actividad de la escultura barroca intervino el protagonismo de ciertos artistas que irradiaron su influencia a zonas determinadas de nuestro país: Gregorio Hernández, en Valladolid; Martínez Montañés, en Sevilla; Alonso Cano, en Granada y Francisco Salzillo, en Murcia.Gregorio Hernández.Su actividad se enmarca principalmente en un doble contexto: el establecimiento de la Corte en la capital vallisoletana (aumento de la clientela benefactora) y el sobrio fervor religioso de la sociedad castellana. Formalmente trabaja sobre todo la madera, concediendo especial importancia al tratamiento anatómico de sus personajes, así como a los efectos de dolor y patetismo que consigue mediante la profusión de detalles. Sobresalen sus cristos: Ecce homo, y sus populares inmaculadas.Martínez Montañés.Frente al patetismo de lo castellano, representa la serenidad y el clasicismo que entronca con la tradición renacentista. Sus imágenes, aun pasionales, destacan por su dulzura y delicadeza: Cristo de la Clemencia, Inmaculadas.Entre sus discípulos sobresale Juan de Mesa.Alonso Cano.Recoge la influencia de lo sevillano, dotando a sus esculturas de una belleza serena ideal. Frente a él, Pedro de Mena aporta la expresión contenida en sus imágenes.Francisco Salzillo.A comienzos del XVIII la ciudad de Murcia conoce una etapa de abundancia económica debido principalmente al comercio de la seda. En este contexto se termina la fachada de la catedral, se realizan numerosas iglesias y aparece la figura de Salzillo, como continuador de la tradición imaginera en el marco de un siglo de profunda crisis creativa. Su estilo es muy personal, dulcificando los modelos del XVII e introduciendo aspectos de procedencia italiana (Nicolás Salzillo), que lo sitúan a caballo de un arte más rococó. Ejem: Belén, Pasos procesionales (Oración del Huerto, etc.). Taller de gran influencia en la región del sureste: Albacete: Roque y José López.
Unidad 20. EL BARROCO. URBANISMO Y ARQUITECTURA. Bernini y Borromini. El palacio del poder: Versalles. España: de la plaza mayor al palacio borbónico.
La proporción, el equilibrio y el vocabulario clásico que habían inspirado la arquitectura renacentista sufren una profunda transformación a finales del siglo XVI. Los arquitectos del Barroco se guían por un nuevo vigor que sustituye la razón por la sensación. Se huye del vocabulario clásico como normativa estricta; el dinamismo y el movimiento moldean los muros, las plantas se enriquecen con nuevas soluciones, la cúpula adquiere un papel de primer orden o las fachadas se conciben como parte esencial del escenario urbano. Pero la característica esencial, no obstante, de la arquitectura barroca es su gobierno sobre las artes plásticas, supeditadas a fundirse con aquella; pintura y escultura se integran en la construcción para conseguir efectos escénicos. Esta simbiosis artística origina en la arquitectura un nuevo espacio: teatral, emotivo y persuasivo.La ciudad barroca.El Barroco fue un arte esencialmente urbano, ya que la ciudad era el marco idóneo para demostrar las adhesiones a la nueva monarquía o al papado o, simplemente, donde reflejar el esplendor de la nueva burguesía mercantil que la adopta como escenario de su poder.La ciudad barroca se convirtió en teatro perfecto tanto para ceremonias religiosas, procesiones, canonizaciones…, como para exaltaciones regias. Además, aparece como capital, el lugar donde las monarquías establecen su corte y todo su aparato político-administrativo. Ciudades como Roma, París, Londres, Viena o Madrid cambian por completo su configuración urbana, convirtiéndose en los centros neurálgicos de una nueva estética, áulica y confesional (Madrid de los Austrias). En contra del ideal renacentista, ya no se estiman las ciudades humanas sino las ciudades como expresión del poder y el monumentalismo, la ostentación, la teatralidad y el aumento desmesurado de su población se convierten en sus imágenes más significadas. El nuevo simbolismo urbano tiene en la plaza su ejemplificación principal, centralizando la vida política y reflejando mediante esculturas la figura de sus líderes (en España encontramos el fenómeno particular de las Plazas Mayores).Roma, como capital de la Cristiandad, y París, de la nación más poderosa del momento, se convierten además en avanzadas de la nueva arquitectura. En la primera, el mecenazgo de los papas desatará la ampulosidad del barroco individualista de Bernini o Borromini; en París, la institucionalización artística a través de las Academias, creará un gusto oficial caracterizado por su contención y mesura.La arquitectura en Italia.A fines del siglo XVI, Roma era el centro del catolicismo triunfante y la capital del estado de la Iglesia. El Papa Sixto V promovió entonces una reforma urbanística con motivo del jubileo del año 1600, convirtiendo la ciudad en un emblema digno del catolicismo. Se buscaba unir simbólicamente las grandes basílicas paleocristianas a través de una red viaria que funcionase como ruta de peregrinación hacia ellas; pero este ideal simbólico del Papa se unía a otro más pragmático de su arquitecto Doménico Fontana, que pretendía organizar la ciudad conforme a las necesidades de sus ciudadanos, siendo considerado como el origen del urbanismo moderno. En la Roma de Sixto V el concepto de lo individual debía someterse al valor general, los edificios debían considerarse como parte de un todo emblemático que era la ciudad. Con estas premisas en lo civil y el ejemplo de la iglesia del Gesú -prototipo de iglesia jesuítica que configura un espacio amplio y unitario para la participación de los fieles- de Vignola y Giacomo della Porta en lo religioso, se sientan las bases de la nueva arquitectura romana, que tiene como representantes más destacados:- Carlo Maderno. Arquitecto del primer barroco. Destaca como autor de la Fachada de la basílica de San Pedro.Y especialmente, a:- Gian Lorenzo BERNINI, arquitecto de Urbano VIII, para el que asumió la dirección de numerosas obras relacionadas con el papado: terminación de la Basílica de San Pedro y Plaza de San Pedro, Baldaquino y Cátedra de San Pedro; o para la familia de los Barberini: Palacio Barberini, Iglesia de S. Andrés del Quirinal o Asunción de Ariccia. Representa al artista por excelencia del Barroco: arquitecto, escultor, pintor, músico, como si se tratase de un nuevo Leonardo o Miguel Ángel. En arquitectura, sienta las bases de un estilo ortodoxo, caracterizado por la búsqueda de un efecto principal: la naturaleza espectacular, y unos espacios definidos por el principio de expansión infinita, animado por fuerzas centrífugas. Y- Francesco BORROMINI, representa la otra cara de aquel. Es el arquitecto de las órdenes religiosas, para las que hace construcciones de pequeño formato dotadas de un peculiar y fantástico sentido de la geometría. Borromini es el arquitecto de la contracción infinita, cuyas formas resultan de una conjunción de fuerzas centrípetas. Realizó tanto obras de carácter religioso: San Carlino, San Ivo, Oratorio de San Felipe Neri, Santa Inés; como civiles: Palacio Pamphili, Propaganda Fide, etc.La arquitectura en Europa. La Francia de Versalles.Aun cuando seguirá bebiendo de las fuentes italianas, debe mucho también a los particularismos nacionales.Francia se vuelca en una búsqueda del orden y el equilibrio caracterizada por la mezcla entre el Renacimiento francés y la adaptación de soluciones romanas del momento. Se trata de una arquitectura "académica", regularizada por un gusto unificado que se deja sentir desde la Academia Real y cuyas directrices reflejan un gusto por lo antiguo expresado en la más estricta teoría clásica. Se presta especial atención a las residencias palaciegas configuradas por el edificio palaciego y una suerte de paseos, prados, surtidores de agua, etc., en perfecta planimetría para crear sensaciones ópticas de cercanía.Como figura más notable conviene destacar a Jules Hardouin-Mansart y su Palacio de Versalles, concebido como un conjunto gigantesco que es la mejor expresión del absolutismo político de Luis XIV.La arquitectura barroca en España, de la Plaza Mayor al Palacio Real.España, por su parte, inicia con el siglo XVII una progresiva decadencia política y económica que repercutirá negativamente en la actividad constructiva. No obstante, una innovadora fantasía hace que la arquitectura -como expresión de la ciudad- española presente una gran originalidad, rasgo que se potenciará en las colonias hispanoamericanas. El poder de la Iglesia y las órdenes religiosas explica la multiplicación de iglesias, conventos…, así como actividades populares de clara vinculación urbana: desfiles pasionales, etc. La Plaza Mayor se convierte en el centro neurálgico de la nueva ciudad y de las nuevas intenciones sociales y religiosas.En consecuencia, los tradicionales modelos herrerianos, sobrios y geométricos, se imponen a principios del siglo en edificios principalmente religiosos y a través de arquitectos como Juan Gómez de Mora: Clerecía de Salamanca y Plaza Mayor de Madrid; o Francisco de Mora: Palacio de Lerma. Desde mediados del s. XVI y hasta bien entrado el XVI se introducen en España las formas procedentes de Italia, contribuyendo a crear un estilo Barroco mucho más decorativo, gracias al empleo de elementos naturalistas y geométricos para dar movilidad a las superficies. Las plantas siguen siendo sencillas, pero en los alzados aparecen mayores libertades que orientan la arquitectura hacia los presupuestos europeos. Las figuras más significativas son:- Los Churriguera, familia de artistas que darán nombre al estilo -churrigueresco-: abigarrado en lo ornamental, con recuerdos de lo hispanoárabe, flamígero o plateresco. José Benito: Retablo de San Esteban, Salamanca, y Nuevo Baztán, Madrid. Alberto: Plaza Mayor de Salamanca.- Pedro de Ribera: Hospicio de San Fernando, Madrid.La arquitectura palaciega adquiere notable importancia con la llegada de los Borbones. Las lógicas relaciones con Francia abrirán una vía de interés por la suntuosidad cortesana que tiene su primer hito en el palacio de La Granja de Segovia. Después, Juvara y Sachetti levantarán en Madrid el Palacio Real a caballo entre el gigantismo de Versalles y la ordenación italianizante, y Bonavía y Sabatini ampliarán el viejo palacio de Aranjuez, trazando la urbanización completa de la ciudad. Como en Francia, también la academias se preocuparon ahora por sistematizar y controlar el desbordamiento típico del barroco.
Unidad 19. ARTE RENACENTISTA EN ESPAÑA
En España, el contacto adquiere rasgos sorprendentes debido a su especial situación social, económica y política, y a su carácter profundamente religioso y sus particularismos.
En arquitectura los primeros rasgos italianizantes proceden de la zona lombarda y afectan esencialmente a los programas decorativos (Plateresco), a través de arquitectos que aprenden el nuevo vocabulario in situ, caso de Lorenzo Vázquez (palacio de Cogolludo) o de italianos que desarrollan su labor en nuestro país, como Jacobo Florentino (cuerpo inferior de la torre de la catedral de Murcia, Ayto. de Villena…). Edificios como la fachada de la Universidad de Salamanca o el Palacio de Monterrey en la misma ciudad acusan ese estilo caracterizado por la profusión ornamental, que recuerda a edificios como el Ara Pacis o las decoraciones pictóricas romanas. El clasicismo llega de la mano del “italiano” Pedro Machuca (palacio de Carlos V en Granada) y se extiende a través de la obra de autores como Diego de Siloé (catedral de Granada) o Rodrigo Gil de Hontañón (fachada de la universidad de Alcalá) en un curioso proceso de reinterpretación de lo antiguo que la historiografía tradicional ha convenido en denominar Purismo. Finalmente, el manierismo adquiere presencia a través de una doble vía: la difusión de la tratadística, que tiene en España su imitación en la obra de Diego de Sagredo Medidas de lo romano (1526) y la proliferación de artistas excepcionales como el alcaraceño Andrés de Vandelvira (Capilla de El Salvador de Úbeda) o Juan de Herrera (Monasterio del Escorial). La influencia de este último dará como resultado la aparición de una arquitectura sobria y austera comforme a los principios del contrarreformismo y de la monarquía de Felipe II que influirá en las formas del primer barroco español.
La escultura también presenta esas dos vías de asunción características: escultores italianos en España, caso de Fancelli o Pietro Torriggiano, introductores de la estatuaria cuatrocentista, o españoles en Italia como Alonso Berruguete, influido por la obra de Miguel Ángel. El estilo de este último es de gran originalidad, muy expresivo y con formas dinámicas de carácter manierista (“serpentinata”). En la segunda mitad del siglo, destaca el borgoñón Juan de Juni, cuya obra revela también algo de la monumentalidad miguelangelesca, aunque más perfeccionista y clásica.
La nueva pintura surge de la obra de artistas como Paolo da San Locadio y Francisco Pagano, los cuales trabajan en Valencia para el cardenal Rodrigo de Borgia, futuro Alejandro VI. Esta impronta calará en la zona levantina y del sureste a través de pintores como Fernando Yáñez, Fernando de los Llanos, Vicente Massip, llamado Juan de Juanes, en los que se advierte la influencia clasicista de Leonardo (como en la Ultima Cena del Museo del Prado pintada por este último). La delicadeza clasicista tiene su máxima representación en Luis de Morales, cuyas madonas revelan una profunda influencia de la obra de Rafael Sanzio. Finalmente, el manierismo veneciano llegará a nuestro país de la mano de Tiziano, favorito de Carlos V y nombrado primer pintor de Corte, aunque nunca estuvo en nuestro país, y sobre todo de Doménico Theotocopulos, el Greco, discípulo de Tintoretto, que introdujo en la pintura española el misticismo y expresividad propios del último Renacimiento con un sentido muy personal.
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