Como en el resto del arte barroco, pero con más intensidad si cabe, la pintura estará caracterizada por el desarrollo político de los Estados, lo que contribuye a la creación de escuelas nacionales y la reacción contrarreformista frente a las formas intelectualizadas y antinaturalistas del manierismo. Todo ello se concreta en dos direcciones fundamentales en la pintura: el naturalismo y el clasicismo, ambas de origen italiano y que evolucionan de forma diferente en cada uno de los países atendiendo a sus propias características políticas, económicas y religiosas:- En Italia, la línea naturalista, opuesta al intelectualismo manierista, está representada por Caravaggio, que insiste en la realidad temática a partir de la utilización de modelos callejeros en la personificación de las imágenes religiosas y en la utilización de la técnica tenebrista de gran influencia posterior. El tenebrismo presenta los personajes y los objetos sobre un fondo oscuro, destacándolos mediante una iluminación focal y violenta que hace destacar sus rasgos y gestos más significativos; ignora el paisaje, pero valora enormemente la naturaleza muerta. Sus obras maestras son grandes cuadros religiosos en los que la vulgaridad voluntaria de los modelos no quita grandeza y emoción en las composiciones. Así, La Conversión de San Pablo, La Vocación de San Mateo o La Dormición de la Virgen. La línea clasicista, acorde con los ambientes burgueses boloñeses, se preocupa más por la composición que por la realidad: los Carracci. Una tercera vía, más decorativa y aplicada a la cubrición de los muros, influirá en los ambientes cortesanos: Pietro da Cortona.- En Francia, el naturalismo caravaggista está representado por Georges de la Tour, quien desarrolla un estilo personal, más geométrico y de extraordinario valor lumínico. El clasicismo adquiere su máxima expresión en las figuras del “sereno y mitológico” Nicolás Poussin y de Claudio Lorena, cuyas escenas alegóricas y bíblicas influirán en el romanticismo y el impresionismo. Una tercera línea está representada por la Academia de Versalles y los retratistas, al amparo de la Corte; influirán enormemente en el resto de las casas europeas, elevarán la condición social de los artistas y crearán una fórmula estética al servicio de los monarcas: Felipe de Champagne.- En Flandes, la sociedad católico-aristocrática se decanta hacia obras de gran formato y elevada solemnidad, tanto religiosas como mitológicas; lienzos de altar las primeras y para la decoración palaciega las segundas. El retrato tiene también un carácter aparatoso y solemne, para dar idea de la posición social elevada del representado. Rubens es el pintor barroco por excelencia, caracterizado por el dinamismo, la vitalidad y exuberancia de sus obras. Su colorido es cálido, aprendido de Tiziano y sus composiciones se ordenan frecuentemente sobre un esquema diagonal que les presta una sensación de movimiento prolongado. Sus cuerpos, carnosos y sensuales contribuyen a concretar este ritmo turbulento y exagerado. Incluso en el paisaje, heredero de los veneciano, comunica a la naturaleza el mismo impulso dinámico. Rubens abarco con maestría todos los géneros. Como pintor religioso repite series de espectacularidad extraordinaria al servicio de la nueva Iglesia Triunfante (Adoración de los Reyes…). Como pintor histórico y mitológico, interpreta con gran sensualidad y efectismo los temas (Las tres gracias). Como retratista, creará un tipo cortesano en el que destaca la altivez de los personajes sin desdeñar el aspectos psicológico (Retrato del Duque de Lerma). Tendrá una influencia enorme en toda Europa e Hispanoamérica. En ocasiones a través de discípulos como van Dyck (gran retratista, recoge el espíritu refinado y selecto del maestro al servicio de la corte inglesa) y Jordaens (cultiva escenas populares y de género).- En Holanda, se desarrolla una pintura muy diversa cuyos nuevo mecenas es la rica burguesía comercial y mercantilista abierta a las modas y gustos populares. La influencia del caravaggismo llega a los Países Bajos a través de los pintores de Utrecht a principios del siglo XVII, pero tamizada por la sencillez y contención del carácter nórdico y aplicada a temas cotidianos: animales, interiores, retratos corporativos, bodegones.... Desde mediados del siglo, la influencia flamenca va introduciendo una cierta aparatosidad y virtuosismo de la que participan los tres grandes autores de esta escuela. Hals (retratista de técnica libre, antecedente de la pintura del s. XIX), Veermer (maestro de género, que expresa la vida burguesa de la época) y, especialmente, Rembrandt van Rijn, quien cultiva un tenebrismo muy peculiar, de pincelada suelta, muy expresivo y de una modernidad e influencia posterior enorme. Cultivó todos los géneros, desde el bíblico, el paisaje, el bodegón o los retratos de grupo, concebidos como complejas composiciones de una naturaleza compleja y misteriosa (La Ronda). De sus discípulos el más interesante es Ferdinand Bol, pero su estilo permaneció vigente en Holanda hasta finales del siglo XVIII.
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