Las imágenes representan la vista y planimetría de una obra arquitectónica adintelada, realizada en piedra de sillería y concebida para la celebración de espectáculos, perteneciente a la época clásica griega. Se trata del teatro de Epidauro, el mejor conservado del mundo griego, notable por su visibilidad y su acústica, además de por la perfecta simetría de sus líneas. Es obra de Policleto el Joven, realizada en el siglo IV aC. y permitía la asistencia de 15.000 espectadores a las representaciones.
El teatro de Epidauro se basa en la clásica tipología de teatros griegos; consta de tres partes esenciales que observamos esquematizadas en el dibujo: la escena o skené, la orquestra y la cávea (theatrón o gradería). La escena se encuentra a nivel de tierra y en ella se desarrolla la actuación principal; la orquestra, de planta circular, es la parte dedicada al coro y los danzantes y se sitúa delante de la escena; por último, y destinada al público, se encuentra la cávea, de planta ultrasemicircular que rodea en gran parte a la orquestra.
Puesto que el teatro, como género literario, es creación griega, también lo es el edificio destinado a su representación con estas características. Su génesis se encuentra en el hecho de que la tragedia era para los griegos la principal manifestación literaria que, a su vez, impregnaba gran parte de la vida cotidiana griega. Por ello, los certámenes literarios cobraron gran relevancia celebrándose en las hondonadas entre varias colinas; pero el crecimiento de las polis y las nuevas necesidades de las representaciones conllevaron la creación de un edificio apto para ello que, sin embargo, conservaba analogías con este origen (por ejemplo, el aprovechamiento del desnivel en las laderas de las colinas para crear la cávea). La escena no tiene aún la importancia que cobrará en el mundo romano, y en ella se emplean decoraciones giratorias en forma de prismas triangulares; además, en el centro de la orquestra se hallaba el altar de Dionisos, en cuyo honor se celebra la representación.
Junto al teatro, serán otros los edificios de carácter civil que también cobren importancia a partir del siglo IV, curiosamente coincidiendo con el declive del clasicismo, aunque quizá sea éste el que más trascendencia tuvo en la vida griega y posteriormente.
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