Se trata de una arquitectura adintelada, sencilla, clara y armónica, construida por y para los hombres. Emplea la piedra como material en los edificios nobles y el mampuesto, el adobe y la madera para los edificios familiares, apenas conservados. En general, las formas arquitectónicas griegas quedan definidas en la época arcaica, siendo concretadas y perfeccionadas durante el periodo clásico y se mantienen invariables durante el helenismo con la sola excepción de los monumentos conmemorativos que adoptan nuevos modelos como exaltación de su carácter cortesano.
El templo.
El origen de la arquitectura monumental hay que buscarlo en el plano de la religión y dentro de ella en el templo, el único edificio capaz de aglutinar los sentimientos de un pueblo como el griego, tan heterogéneo en lo político y lo social. El templo griego se concibe como lugar de depósito de la escultura del dios, alzado sobre un solar sagrado: el témenos, rodeado por un muro perimetral que lo separa del mundo profano. Su ubicación se asoció siempre a lugares de especial significación natural: grutas, manantiales, árboles… que podían ser considerados como manifestaciones de la divinidad y otorgaban al lugar un sentido especial.
Los primitivos templos fueron realizados en madera, con una estructura muy variable según las zonas, aunque con un precedente remoto en el mégaron micénico. A lo largo del siglo VII aC. se fue introduciendo la piedra en su construcción, primero en el interior y más tarde en el orden de columnas. Al mismo tiempo el interior fue compartimentándose en diferentes estancias hasta llegar a la solución canónica que será frecuente desde el s. VI aC: pronaos (vestíbulo), naos o cella (templo propiamente dicho) y opistódomos (sala posterior, sin comunicación con la cella y destinada al depósito de exvotos y tesoro del templo).
El templo más simple era el denominado in antis, por tener dos columnas entre las pilastras o antae que remataban las paredes laterales de la cella. En ocasiones, podía estar precedido de un pórtico columnado en la fachada principal: próstilo, y repetirse también en la fachada trasera: anfipróstilo. Si estaba rodeado de columnas era periptero, y díptero, si la columnata que lo rodeaba era doble.
Atendiendo al número de columnas que aparecían en su fachada, el templo podía ser dístilo (dos columnas), tetrástilo (cuatro columnas), hexástilo (seis columnas), octástilo (ocho columnas), decástilo (diez columnas)... Los templos que presentaron un número impar de columnas en su fachada principal fueron muy raros, pero los hubo, sobre todo en la época arcaica.
Los órdenes.
Como hemos dicho el templo se convirtió desde antiguo en la imagen arquitectónica de lo griego, pueblo muy dividido en lo político, lo económico y lo social, pero consciente de tener un acerbo cultural común en el que la religión constituyó el principal referente de unión. La arquitectura templaria debía responder, por ello, a unos esquemas de construcción muy homogéneos que reprodujeran la misma tipología de edificios en lugares muy distanciados geográficamente. Por eso, surgen y se consolidan los órdenes arquitectónicos, conjunto de elementos constructivos que regularizan la edificación de los templos conforme a su proporción y armonía. Los dos más empleados fueron el dórico y el jónico, uniéndoseles a partir de la época clásica un tercero: el orden corintio.
El orden dórico es el más antiguo de todos y debe su nombre a que la tradición lo consideraba una creación de los dorios, pueblo severo y disciplinado, habitantes del Peloponeso y la Magna Grecia. Tiene precedentes en las columnas protodóricas egipcias o el capitel cretense. Su concreción definitiva se atribuía a Doros, arquitecto del primitivo templo de Hera en Argos, a través de los siguientes elementos:
1. Un pedestal o krepis, compuesto por tres escalones: estereobato, los inferiores, y estilobato, el superior.
2. Un orden de columnas, sin basa, que arranca directamente del estilobato y está compuesto por un fuste estriado (de aristas vivas) y un capitel con dos elementos principales: un elemento circular, el equino, cuyo tamaño va disminuyendo con el tiempo, y el ábaco, un prisma cuadrangular y liso.
3. El entablamento, compuesto por tres elementos: el arquitrabe o epistilo, cuerpo de vigas lisas perimetrales, sobre el que descansa el peso de la techumbre y que transmite dicho peso a las columnas; el friso, sobre el arquitrabe, se corresponde con el entramado de vigas del techo. Al exterior estaba decorado con triglifos (tres estrías verticales) y metopas. Los primeros se interpretan como la petrificación del corte en sección de las primitivas vigas de madera o simplemente como montantes pétreos que expresan con las estrías verticales su función de soporte vertical; las segundas son placas pétreas destinadas a rellenar los huecos entre triglifos, utilizadas para la decoración con relieves. Y la cornisa es un elemento sobresaliente a modo de pequeño alero que protegía las decoraciones relivarias.
4. El tejado, a doble vertiente, dejaba en su frente un espacio triangular o frontón, cuya parte interna, el tímpano, solía estar decorada con esculturas alusivas a los dioses.
El orden dórico se desarrolló y extendió desde fines del s. VII aC. por toda Grecia Continental y las colonias del Mediterráneo: Sicilia y Magna Grecia, donde fue evolucionando desde su primitivo aspecto achaparrado hacia soluciones más equilibradas, a través de la reducción del diámetro del fuste, la modificación de los intercolumnios e incluso correcciones ópticas de gran sofisticación. El conjunto arquitectónico debe imaginarse estucado y policromado, siendo los colores preferidos el rojo (para destacar los elementos horizontales) y el azul (para los verticales).
El orden jónico nació y fue característico de las islas y costas de Jonia (Asia Menor), donde alcanzó su mayor monumentalidad y difusión. Se trata de un orden de inspiración naturalista con el que, según Vitruvio (arquitecto romano del s. IdC), se intentaba plasmar la suavidad y belleza del cuerpo femenino. Lo cierto es que en Egipto, Mesopotamia y Palestina existieron antecedentes del capitel con volutas, por lo que, al igual que en caso del orden dórico, debemos considerar una cierta influencia externa. No presenta en su planta y krepis diferencias significativas respecto al dórico, pero sí en la configuración de los elementos de sus columnas y entablamento. Así, las columnas jónicas, más esbeltas que las dóricas, no arrancan directamente del estilobato, sino que apoyan sobre una basa moldurada. El fuste jónico es acanalado (con aristas muertas o planas). Y el capitel está coronado por dos espirales enfrentadas, denominadas volutas. El arquitrabe jónico está dividido en tres bandas horizontales o fasciae, el friso presenta una decoración continua de relieves y la cornisa suele ser más pronunciada.En general, el jónico se caracteriza por sus esbeltas proporciones, su riqueza decorativa y la supresión de los severos cánones del dórico.
Fue empleado preferentemente en las costas de Anatolia, pero también se construyeron notables edificios jónicos en la Grecia continental e incluso en Atenas, como expresión reivindicativa de su pasado jonio.
El orden corintio –el último en aparecer- es en realidad una variante ornamental del anterior, del que sólo se distingue por sus dimensiones más esbeltas y por la utilización de un capitel conformado por dos filas de hojas de acanto superpuestas y unas pequeñas volutas en las esquinas. La tradición supone su invención a un famoso orfebre, Kalímaco, natural de la ciudad de Corinto y discípulo de Fidias. Su uso se remonta a la época clásica en el Peloponeso y Atenas, sin embargo alcanzó su mayor desarrollo en época helenística y romana.La acrópolis de Atenas.
La sistematización definitiva de los órdenes y la culminación del clasicismo en la arquitectura debe asociarse a la figura de Pericles y a las obras para el embellecimiento de la zona más noble de la ciudad de Atenas:
LA ACRÓPOLIS.Gracias al prestigio político obtenido con la victoria sobre los persas (confirmada por la paz de Calias de 449 aC.) y al control económico del tesoro y los tributos de sus aliados, Pericles desarrolla un programa de reconstrucción de la Acrópolis –arrasada durante la guerra- llamado a convertirse en el modelo de la nueva Grecia y en la culminación de la serenidad y emoción contenidas como reflejo de la plenitud interior que es el clasicismo. Para el embellecimiento de la Acrópolis, Pericles contó con el talento del escultor Fidias, al que nombró inspector de todas las obras (epískopos panton), y con la colaboración de los mejores arquitectos de la época: Ictino, Calícrates y Mnésicles.
Los dos primeros fueron los autores de la construcción más emblemática de la cultura griega: El Partenón, entre el 447 y el 438 aC., dedicado a la diosa Atenea Párthenos (Atenea virgen), como símbolo inequívoco del imperialismo ateniense. Es un templo dórico octástilo y períptero. Tanto en su estructura como en sus detalles ornamentales se aprecian influjos de las corrientes jónicas (Atenas había sido habitada por los jonios, algo de lo cual los atenienses se sentían orgullosos por diferenciarlos de las demás polis del continente), así como una constante preocupación por los efectos ópticos y de perspectiva que se plasmaron en la curvatura de los elementos horizontales, la inclinación de los verticales y el aumento del volumen de las columnas exteriores, innovaciones técnicas que confieren al conjunto una sorprendente impresión de armonía y plasticidad.Su cella, cuya altura alcanzó los 19m. estaba dividida en forma de U por una fila continua de dobles columnas dóricas superpuestas que creaban el escenario propicio para el depósito de la colosal imagen criselefantina de la diosa Atenea, una de las obras más famosas de Fidias y de toda la Antigüedad. Tras ésta, y sin comunicación interior se situaba el opistódomos, la cámara de las doncellas (estancia que originalmente recibió la denominación de partenón), con cuatro columnas jónicas en su interior y destinado a albergar los exvotos del templo y el tesoro de las polis aliadas.La columnata exterior, de 10m. de altura, soportaba un entablamento al modo dórico, cuyas metopas estaban decoradas con temas de la gigantomaquía (friso oriental), la amazonomaquia (el occidental), la Guerra de Troya (el septentrional) y la centauromaquia (el meridional). Por su parte, el friso que ciñe los muros interiores de la cella –rasgo de inspiración jónica- se decoró con la procesión de las panateneas, fiestas quinquenales celebradas en honor de la diosa y en las que participaba todo el pueblo ateniense. Para la decoración de los frontones se eligieron dos de los temas más significativos de la vida de Atenea. En el oriental, su nacimiento del cerebro de Zeus; en el occidental, su disputa con Poseidón por el dominio del Ática.El Partenón representa la culminación de la arquitectura griega: la simetría, el ritmo, las dimensiones humanas y la proporción (en todo el edificio con un ritmo 4:9 de evocación aúrea), están aquí llevados a su máxima perfección.
Un año después de la conclusión del Partenón se inicia la construcción de los Propileos (437-433 aC.), la entrada monumental de la Acrópolis, concebida con la magnificencia que merecía tan noble recinto. Fue construido por Mnésikles en mármol pentélico y mármol azulado de Eleusis, con el fin de realzar las líneas arquitectónicas. Estructuralmente respondía a una tradicional forma en “H” ya presente en algunos edificios micénicos, con un cuerpo central y dos alas laterales simétricas. Sus dos frentes se concibieron como fachadas de templos hexástilos, con el intercolumnio central más ancho para favorecer el acceso desde la calzada que ascendía desde el ágora; de los edificios laterales se completó sólo el ala norte, que fue dedicada a pinacoteca.
Poco más tarde y después de superar una serie de problemas relacionados con la terminación de las obras de los Propileos y el estallido de la Guerra del Peloponeso, se construye el pequeño ( 8,27 X 5,44m.) templo de Atenea Niké (Atenea victoriosa), conocido también como el templo de la Niké Aptera (Victoria sin alas), para significar que el genio caprichoso de la victoria nunca abandonaría a la polis ateniense. Se retomaba así un viejo proyecto de Calícrates que fue abandonado por la construcción del Partenón. Está construido en mármol pentélico, es de orden jónico, tetrástilo y anfipróstilo. Además, situado en el baluarte de entrada al recinto acropolitano, era un símbolo más de la herencia jonia de la ciudad. Fue inaugurado en el 421aC., coincidiendo con la paz de Nicias y ocho años después de la muerte de Pericles.
También en el 421 aC comienza la construcción del último gran templo de la Acrópolis: el Erecteion (421-406 aC.), atribuido a Mnésikles por lo delicado de su estilo. Es, sin duda, el más complejo, por tener que salvar importantes desniveles que no podían ser modificados debido al simbolismo religioso del terreno y porque debía servir para venerar a las divinidades y héroes que tenían algo que ver con Atenas: Atenea, Poseidón, Erecteo, Cecrops, Erictonio, etc. Además, se construyó en orden jónico para rivalizar con el próximo Partenón. El edificio se concebía como un templo tradicional de planta rectangular y orientado de Este a Oeste, aunque con tres pórticos, cada uno situado a distinto nivel, por exigencias del terreno y por respeto a los puntos que eran motivo de veneración. El inferior, al norte, es un pórtico tetrástilo que conduce al santuario de Poseidón-Erecteo, donde el dios había golpeado la roca con su tridente y donde tenían lugar ancestrales cultos a la tierra. La parte oriental, sensiblemente más elevada, presentaba un pórtico hexástilo y se dedicaba a la Atenea polías (Atenea ciudadana). Hacia el sur, frente al Partenón, se elevaba un tercer pórtico, en realidad una tribuna-balconada sustentada por seis cariátides (estatuas-columna femeninas) atribuidas al escultor Alcamenes, discípulo de Fidias. En el lado occidental se repitió, sobre un alto muro, la disposición del oriental, con columnas adosadas.La distribución interior sigue siendo motivo de dudas, aunque, condicionada por sus tres pórticos, presentaría también una gran singularidad favorecida por el valor autóctono que se le pretendía otorgar.El orden jónico alcanzó en este edificio su más alta expresión, siendo muy imitado en épocas posteriores. Frente a la elegante sencillez del Partenón, el Erecteión aporta una mayor riqueza y variedad decorativa que anticipa la arquitectura del s. IV aC.
La arquitectura del siglo IV. El teatro. Durante el siglo IV aC. la arquitectura griega va perdiendo el equilibrio clasicista, como consecuencia de la crisis ideológica que había supuesto la Guerra del Peloponeso, al tiempo que ampliando el repertorio constructivo, convirtiéndose en un antecedente de la arquitectura de la etapa helenística.Desde el punto de vista templario destacan los grandes edificios jónicos de Asia Menor en las ciudades de Priene y Sardes, del mismo modo que aparecen nuevos modelos como los Tholos –templos circulares-, entre los que destacan los de Marmaria en Delfos, Olimpia y Epidauro.El tholos se convierte también en modelo para monumentos conmemorativos, tal es el caso de la Linterna de Lisícrates, erigido en Atenas como premio a un certamen musical y una de las primeras construcciones conservadas en la que se emplea el capitel corintio.De esta época son también los grandes teatros griegos, como el de Dionisos, en la falda de la Acrópolis ateniense, y el de Epidauro. La tragedia era para los griegos la manifestación literaria más importante, formando parte fundamental de sus vidas los certámenes literarios, celebrados en un principio en las hondonadas entre varias colinas. El crecimiento de las polis y las nuevas necesidades de las representaciones derivaron hacia la creación de edificios estables que guardaban alguna relación con aquellos primitivos espacios: así se trazaban siempre en las laderas de las colinas, aprovechadas para el diseño de un graderío o theatrón (cávea, en latín) ultrasemicircular, que definía un espacio circular: la orchestra circular, donde se sitúa el coro y los danzantes, y detrás de la cual se coloca el escenario o skené. El teatro es ejemplo del desarrollo urbanístico y social de las polis griegas, que influira decisivamente en sus conquistadores (Roma).
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