La aportación cristiana en la arquitectura y la iconografía.
Surge como manifestación estética del Cristianismo a partir del desarrollo de éste como consecuencia de la crisis del siglo III, que implica la ruralización de la economía, el caos político y la crisis de unos valores tradicionales en una época de miedos, guerras y enfermedades que favorece la proliferación de las supersticiones, el misticismo y la creencia en religiones como la cristiana que participan de un futuro mejor de salvación para sus fieles.Por eso, frente al arte clásico que es reflejo del equilibrio, la perfección y el antropocentrismo racional, el nuevo arte es idealizado, simbólico y expresivo, en un intento por significar la presencia divina. Es cierto que desde el punto de vista formal se mantienen muchos recursos y soluciones técnicas del arte romano y griego, pero su intencionalidad difiere mucho de ser la de reafirmar la realidad del hombre, concibiéndose como un arte ideográfico e intelectual a partir del cual es posible alcanzar la salvación cristiana. Lo cierto es que el arte paleocristiano no depende absolutamente del arte romano, pero tampoco supone una ruptura definitiva respecto a aquel, de ahí que algunos historiadores hayan hablado de él como de un “arte romano bautizado”.
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