Aunque tiene puntos en común con las arquitecturas griega y etrusca, de las que proceden algunos elementos, es incuestionable su personalidad y la trascendencia de sus aportaciones, la principal su nueva concepción del espacio y su carácter mixto, es decir, la alternancia de sistemas constructivos adintelados o abovedados según el tipo de edificio y con un sentido monumental y práctico que le hace valorar los espacios interiores.
Los romanos utilizaron todo tipo de materiales, pero fundamentalmente tres: la piedra, por ser material resistente se usa en cimientos y muros y como revestimiento, en aparejo irregular (mampostería) o regular (sillería). El ladrillo, muy utilizado por su bajo coste de producción y su fácil adaptación a las distintas formas arquitectónicas; a menudo se reviste con mármoles o mosaicos. El hormigón (opus caementicium), elemento típicamente romano, se producía con guijarros, cal, arena y agua, utilizándose como material resistente y ligero en bóvedas y cúpulas.
Respetaron también los órdenes arquitectónicos, pero adaptándolos a las nuevas necesidades y, en ocasiones, como simples elementos decorativos. Vitruvio considera la existencia de cuatro órdenes: El toscano, en realidad una reinterpretación del dórico realizada en Etruria; el jónico; el corintio y el orden compuesto, síntesis de los dos anteriores.
Todos estos rasgos se traducen en una gran variedad tipológica, en la que los romanos siempre demostraron su originalidad, pragmatismo y perfeccionamiento, como reflejan las concepciones urbanísticas, la arquitectura civil, los templos, los monumentos funerarios y los conmemorativos, independientemente de épocas y estilos.
Monumentos públicos y obras de ingeniería.
A) Edificios públicos.
Tienen en Roma una especial significación, no en balde la romana es una sociedad urbanita volcada en la ciudad y en el uso de los espacios comunes:
a.1) Las basílicas. Tipológicamente son edificios rectangulares, de tres o cinco naves, y terminados en un ábside en uno de sus extremos. Cumplían una doble función, económica y judicial. Existen, dos tipologías, la oriental, cuando la fachada de acceso se sitúa en uno de los laterales largos, y la griega, cuando lo hace en uno de los laterales cortos (luego empleada por los cristianos como edificio religioso). En Roma destaca la basílica de Majencio o Constantino, en el foro.
a.2) Las termas. Cumplen al tiempo una función higiénica y social, siendo por ello edificios muy habituales, con los que los emperadores solían atraerse la popularidad de sus súbditos. Desde el punto de vista estructural, constan de varias zonas dedicadas al ritual del baño: apoditerium (vestíbulo), frigidarium (sala de baño frío), tepidarium (sala de baño templado), caldarium (sala de baño caliente) y natatio o piscina central; su construcción exigía un gran dominio técnico por la propia infraestructura que requiere el baño, su carácter abovedado y las grandes dimensiones que algunas de ellas podían alcanzar. En Roma sobresalen las de Caracalla y Diocleciano.
B) Edificios públicos, para espectáculos.
b.1) Los teatros. Toman al teatro griego como referencia, aunque con diferencias notables desde el punto de vista formal. Son casi todos ellos construidos en su totalidad, es decir, no aprovechan las laderas de las montañas como los griegos, sino que se construyen frecuentemente sobre terrenos llanos. Su forma es semicircular y solía tener un fondo arquitectónico muy elaborado: el frons scenae. En Roma destaca el teatro Marcelo, construido en época de Augusto y que sirvió de modelo a los teatros de provincias. En España los de Mérida, Sagunto, Cartagena o Segóbriga
b.2) Los anfiteatros. Son obras propias del espíritu romano, derivadas de los teatros pero con forma oval. Estaban destinados a los juegos con fieras o luchas de gladiadores. Entre todos ellos destaca el anfiteatro Flavio, concluido por el emperador Tito hacia el 80dC. y conocido también como el Coliseo (por la estatua colosal de Nerón como Helios que se situaba en las proximidades). En España sobresalen los de Mérida, Itálica y Segóbriga.
b.3) Los circos. Se destinaban a carreras de caballos o cuadrigas. Tenían una forma alargada y estaban divididos longitudinalmente por un muro central o spina en torno al cual discurría la competición. El más famoso fue el circo Máximo de Roma. En España se conservan los de Toledo y Mérida.
C) Las obras de ingeniería.
Conocen en Roma un enorme desarrollo, debido a sus condicionantes políticos, territoriales e incluso sociales. A los romanos se debe la creación de una serie de infraestructuras, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días cumpliendo su uso inicial: calzadas, puentes, acueductos, faros, etc.
c.1) Las calzadas. Vías de comunicación creadas por los romanos para poner en contacto los extensos territorios del Imperio, como Vía Augusta o la Vía Platea en la península Ibérica.
c.2) Los puentes. Salvaban desniveles por los que discurrían las calzadas, como el puente de Alcántara (Cáceres), sobre las aguas del Tajo durante el imperio de Trajano (s. II dC); o el Pont du Gard (en Nimes, Francia), erigido durante el periodo augusteo (fines s. IaC).
c.3) Los acueductos. Son construcciones que servían para trasladar agua a las ciudades desde fuentes próximas. Como ejemplos más significativos señalamos el acueducto de Segovia (construido entre los s. I y II dC.), el de Les Ferreres en Tarragona y el acueducto de los Milagros en Mérida.
Estaban complementados por otras construcciones: los pantanos, donde se recogía el agua en origen (como el de Proserpina en Mérida) y las castella aquarum, torres de depuración y distribución de las aguas a la entrada de las ciudades.
La arquitectura religiosa y conmemorativa.
A) Los templos.
Siguen los patrones tuscánico (etrusco) y griego, elevándose sobre un alto podíum con amplio pórtico y cella casi cuadrangular y con columnas adosadas (pseudoperípteros). El orden más empleado en la columnata es el toscano. Esta feliz síntesis entre lo etrusco y lo griego se difundió rápidamente convirtiéndose en el esquema clásico del templo oficial, como observamos en los ejemplos dedicados a Portuno en Roma (s. II aC) o la Maison Carrée en Nimes (transición al s. I dC.) No obstante los romanos construyeron otros modelos templarios de inspiración helénica: los tholos, entre los que destacan los dedicados a Hércules Olivario en Roma y el templo de Sibila y Vesta en Tívoli.
Pero entre todos los templos destaca, por su originalidad, el Panteón, edificio que Agripa (general y yerno de Augusto) consagrara en 27aC. a todos los dioses de acuerdo con la nueva espiritualidad augustea de tolerancia religiosa. Fue destruido por importantes incendios y reconstruido de forma completamente nueva en época del emperador Adriano durante la primera mitad del siglo II (118-125 dC.). El edificio presenta una estructura principal cilíndrica y cupulada con un pórtico de acceso al modo clásico. La sala central es expresión del universo celeste y el emperador su Cosmocrator. La originalidad de la obra ha llevado a relacionarla con Apolodoro de Damasco, arquitecto de Trajano, uno de los más geniales y atrevidos de la Roma imperial.
B) Las tumbas.
El rito funerario más usual en el mundo romano fue la incineración del cadáver, en especial hasta la época de Adriano (s. II dC) a partir de la cual se practicará la inhumación en ricos sarcófagos, especialmente entre las clases altas de la sociedad. El tipo más sencillo de enterramiento era la simple fosa complementada por un ara o estela. También eran frecuentes las esculturas alegóricas o los bustos-retrato del difunto colocados sobre un plinto. Junto a estas sepulturas populares, se alzaron también ricos mausoleos pertenecientes a las familias más acaudaladas; responden a tres tipos: torre, templo y columbario. Al primer tipo pertenecen las estructuras cilíndricas de Cecilia Métela, Augusto (ambas del s. I aC) y Adriano (s. II dC), síntesis de los túmulos etruscos; o las cuadrangulares de los Julios (Francia) o de los Escipiones (Tarragona), ambas del s. I aC y en la tradición de monumentos helenísticos. Forma de templo presenta el mausoleo de Fabara (Zaragoza) y de tipo columbario (nichos) son las catacumbas. No obstante la tolerancia y el sincretismo de formas que adopta la Urbe permite la construcción de otras tumbas tan singulares como la tumba panadero Eurysaces, al modo de su propio horno, o la célebre de Cayo Cestio, en Roma, al modo de los faraones egipcios, ambas en Roma.
C) Los monumentos conmemorativos.
Los arcos de triunfo.
Es una construcción típicamente romana, que servía para conmemorar algún acontecimiento importante o glorificar a un emperador victorioso. La construcción es lógicamente abovedada, utilizándose elementos adintelados para su decoración; podían constar de uno o tres ojos, y excepcionalmente cuatro, al enfrentar un arco en cada uno de los frentes de un cuadrilátero: arco quadrifronte. Sobre los arcos se situaba un ático destinado a la inscripción epigráfica que advertía sobre el constructor y sus hazañas. El conjunto se decoraba con relieves y podía estar rematado con esculturas exentas. En Roma destacan los arcos de Tito, construido en el s. I dC. , de un ojo, y los de Septimio Severo (pps. s. III) y Constantino (s. IV), de tres. En España, al primer ejemplo corresponde el arco de Bará en Tarragona; al segundo el de Medinaceli en Soria; y al arco quadrifronte el de Cáparra en Cáceres.
Las columnas.
Son también características de la cultura romana en su finalidad conmemorativa. Suelen elevarse sobre un alto plinto, no responden a un orden concreto y su fuste se decora con un friso helicoidal corrido sobre las gestas del emperador a quien se dedica. La más importante es la de Trajano, en el foro realizado por él, y destinada también a servirle de tumba. A imitación de ésta se realizaron la de Marco Aurelio y la de Antonino en Roma, esta última no conservada, y más tarde la de Constantino con motivo de la refundación de Bizancio (Constantinopla).
La ciudad romana.
El urbanismo y la casa romana.
La Roma antigua tenía un plano totalmente irregular, se trataba más bien de una aglomeración de casas de barro y madera. Tras el contacto con los griegos, se plantea el trazado ortogonal -mucho más racional- en las zonas de ampliación de la ciudad o destruidas por incendios. Las ciudades fundadas en provincias llegarán también a una solución parecida a través de una vía muy diferente: la evolución del campamento militar romano, de trazado cuadrangular y articulado por sendas avenidas entrecruzadas: el cardo y el decumano. En el cruce de ambas se situaría el foro, principal espacio público de la ciudad, y el resto de las calles se dispondrían paralelas o perpendiculares a las anteriores. En el foro se erigían los edificios civiles y religiosos más destacados, componiendo en su conjunto el marco funcional para el desarrollo político y social de la ciudad. El crecimiento de las ciudades, y en especial de Roma, originó los problemas característicos de toda gran ciudad: escasez de suelo urbanizable y especulación del mismo, lo que se tradujo en la aparición de los primeros edificios en altura (que se contraponían a la tradicional vivienda romana, domus, de planta baja y articulada por patios), las Turris Mamilia, y de los cementerios subterráneos, las catacumbas, ya durante la expansión del cristianismo.
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