ACRÓPOLIS. Literalmente “ciudad alta”, en alusión a las primitivas ciudades aqueas situadas en las escarpaduras de montañas, de fácil defensa y desde donde se dominaba una amplia zona de producción. Con el desarrollo del sistema de poleis, las ciudades griegas tendieron a desarrollarse a los pies de las citadas colinas, dejando la acrópolis como un témenos sagrado destinado a la edificación de los principales monumentos de la ciudad. Especialmente significativa resulta la acrópolis de Atenas, donde, durante la época de Pericles a mediados del siglo V aC. se construyeron algunos de los edificios más importantes de la arquitectura clásica y universal, como el Partenón, el templo de Atenea Niké, el Erecteion y los Propileos o puertas de acceso al recinto sagrado.
ÁGORA. Literalmente “mercado”, designa el espacio abierto y público característico de las ciudades griegas. Tiene su origen a partir del desarrollo de las poleis, desde el siglo VIII aC. y harían las veces de una plaza central en la que tienen lugar las actividades comerciales, culturales y políticas de la urbe. Con el tiempo, fueron ganando en importancia al erigirse en ellas templos y stoas, destinadas a las transacciones económicas, como la de Atalo en el ágora de Atenas. La aparición del urbanismo hipodámico a partir del siglo V aC. dotó al ágora de una planificación de la que antes no había gozado, convirtiéndose en el espacio principal que centraliza las actividades de la ciudad y que tendría continuidad en el foro romano.
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