"La grandeza del hombre es que es un puente y no un fin", FRIEDRICH NIETSCHE.

jueves, 24 de noviembre de 2011

UD 9. Aportaciones del primer arte cristiano: la basílica. La nueva iconografía.




La arquitectura. La basílica.Durante el periodo de clandestinidad tiene sus primeras manifestaciones en las catacumbas, sin que puedan ser consideradas edificaciones en sentido estricto. Pero es a partir del siglo IV (tras el Edicto de Milán del 313 que toleraba la religión cristiana) cuando se plantea por vez primera la necesidad de contar con un edificio propio para la celebración del ritual litúrgico. La ausencia de ejemplos precedentes conduce a la utilización del modelo basilical como prototipo para el nuevo templo cristiano. No debe extrañarnos, considerando sus posibilidades funcionales y simbólicas.La basílica se concebía como un edificio longitudinal de planta rectangular, dividido en naves separadas por columnas, al fondo de la central –siempre más alta y ancha- se disponía el ábside para el altar. Desde el punto de vista funcional, la basílica permitía la compartimentación de los espacios siguiendo la jerarquización cristiana: obispo, presbíteros, diáconos, laicos y mujeres; desde el punto de vista ideológico, la planta rectangular se convertía en recuerdo de la Jerusalén Celeste apocalíptica y la distribución de las naves en la vía de salvación que propone el cristianismo y en imagen de la cruz, símbolo de Cristo. Se conseguía así una doble combinación ética-estética que daba lugar a una “arquitectura moralizada”, en la que intervenían de igual modo el arquitecto y el teólogo, muy alejada de los antiguos templos de las celebraciones paganas.En Occidente se construyen durante el siglo IV las basílicas de S. Juan de Letrán y S. Pedro del Vaticano, totalmente remodelada la primera en época barroca y derribada la segunda durante el Renacimiento para construir una nueva. Al siglo V, durante el pontificado de Sixto III, pertenecen las basílicas de Santa María la Mayor, Santa Sabina o San Pablo.En Oriente, el alejamiento de Roma da lugar a modelos políticos y culturales cada vez más independientes. Además, la proximidad de los lugares santos se traduce en edificios innovadores que expresen la magnificencia del lugar sobre el cual se asientan. Tal es el caso del edificio del Santo Sepulcro en Jerusalén donde se combinan el concepto basilical con el principio del mausoleo circular para expresar un axioma moral. Del mismo modo el monasterio de San Simeón el Estilita, responde a un criterio de síntesis entre lo longitudinal y lo central que da lugar a arquitectura muy compleja sin apenas continuidad en ejemplos posteriores.Las artes figurativas. El nuevo repertorio iconográfico.Surge como manifestación estética del Cristianismo a partir del desarrollo de éste como consecuencia de la crisis del siglo III, que implica la ruralización de la economía, el caos político y la crisis de unos valores tradicionales en una época de miedos, guerras y enfermedades que favorece la proliferación de las supersticiones, el misticismo y la creencia en religiones como la cristiana que participan de un futuro mejor de salvación para sus fieles.

Por eso, frente al arte clásico que es reflejo del equilibrio, la perfección y el antropocentrismo racional, el nuevo arte es idealizado, simbólico y expresivo, en un intento por significar la presencia divina. Es cierto que desde el punto de vista formal se mantienen muchos recursos y soluciones técnicas del arte romano y griego, pero su intencionalidad difiere mucho de ser la de reafirmar la realidad del hombre, concibiéndose como un arte ideográfico e intelectual a partir del cual es posible alcanzar la salvación cristiana. Lo cierto es que el arte paleocristiano no depende absolutamente del arte romano, pero tampoco supone una ruptura definitiva respecto a aquel, de ahí que algunos historiadores hayan hablado de él como de un “arte romano bautizado”.

La arquitectura. La basílica.

Durante el periodo de clandestinidad tiene sus primeras manifestaciones en las catacumbas, sin que puedan ser consideradas edificaciones en sentido estricto. Pero es a partir del siglo IV (tras el Edicto de Milán del 313 que toleraba la religión cristiana) cuando se plantea por vez primera la necesidad de contar con un edificio propio para la celebración del ritual litúrgico. La ausencia de ejemplos precedentes conduce a la utilización del modelo basilical como prototipo para el nuevo templo cristiano. No debe extrañarnos, considerando sus posibilidades funcionales y simbólicas.

La basílica se concebía como un edificio longitudinal de planta rectangular, dividido en naves separadas por columnas, al fondo de la central –siempre más alta y ancha- se disponía el ábside para el altar. Desde el punto de vista funcional, la basílica permitía la compartimentación de los espacios siguiendo la jerarquización cristiana: obispo, presbíteros, diáconos, laicos y mujeres; desde el punto de vista ideológico, la planta rectangular se convertía en recuerdo de la Jerusalén Celeste apocalíptica y la distribución de las naves en la vía de salvación que propone el cristianismo y en imagen de la cruz, símbolo de Cristo. Se conseguía así una doble combinación ética-estética que daba lugar a una “arquitectura moralizada”, en la que intervenían de igual modo el arquitecto y el teólogo, muy alejada de los antiguos templos de las celebraciones paganas.

En Occidente se construyen durante el siglo IV las basílicas de S. Juan de Letrán y S. Pedro del Vaticano, totalmente remodelada la primera en época barroca y derribada la segunda durante el Renacimiento para construir una nueva. Al siglo V, durante el pontificado de Sixto III, pertenecen las basílicas de Santa María la Mayor, Santa Sabina o San Pablo.

En Oriente, el alejamiento de Roma da lugar a modelos políticos y culturales cada vez más independientes. Además, la proximidad de los lugares santos se traduce en edificios innovadores que expresen la magnificencia del lugar sobre el cual se asientan. Tal es el caso del edificio del Santo Sepulcro en Jerusalén donde se combinan el concepto basilical con el principio del mausoleo circular para expresar un axioma moral. Del mismo modo el monasterio de San Simeón el Estilita, responde a un criterio de síntesis entre lo longitudinal y lo central que da lugar a arquitectura muy compleja sin apenas continuidad en ejemplos posteriores.

Las artes figurativas. El nuevo repertorio iconográfico.

Los dos primeros siglos del Cristianismo se caracterizan por la ausencia de representación de imágenes de culto, siguiendo el iconoclastismo expresado en el Antiguo Testamento y la opinión de autores como Tertuliano, para quienes las imágenes constituyen un “adulterio de la verdad”. A partir del siglo III, coincidiendo con la difusión de la religión cristiana comienzan a aparecer las primeras muestras iconográficas en escultura y pintura.
Las manifestaciones escultóricas se vinculan a los frontales de sarcófagos, que conocen un notable desarrollo como consecuencia de la importancia que adopta para el cristiano la muerte como tránsito hacia una vida mejor. Las imágenes de estos sarcófagos son por ello transmisoras de un mensaje de fe y esperanza sobre la vida inmortal, aunque en muchas ocasiones sean deudoras de la técnica y el estilo de la estatuaria clásica romana. Se observa además en ellos una interesante evolución desde los sarcófagos de strygilos, a la organización en friso con una imago clipeata (retratos enmarcados por un clípeo) central o cobijando las escenas y figuras sobre arquitecturas clasicistas.
Las manifestaciones pictóricas se asocian frecuentemente a las catacumbas, cuyas imágenes guardan relación con las verdadera vida: aquella que aguarda tras la muerte, una vez alcanzada la justicia divina. En un primer momento mediante signos ambiguos, como el pez, el pavo real, la vid... que sugieren una interpretación religiosa, o el crismón, que se identifica con las iniciales de Cristo; más tarde, con alegorías mediadoras entre el cielo y la tierra, como el Buen Pastor; finalmente mediante imágenes más conceptuales –como la Orante- que se identifica con la propia Iglesia como medio para la salvación de las almas.
Los dos primeros siglos del Cristianismo se caracterizan por la ausencia de representación de imágenes de culto, siguiendo el iconoclastismo expresado en el Antiguo Testamento y la opinión de autores como Tertuliano, para quienes las imágenes constituyen un “adulterio de la verdad”. A partir del siglo III, coincidiendo con la difusión de la religión cristiana comienzan a aparecer las primeras muestras iconográficas en escultura y pintura.Las manifestaciones escultóricas se vinculan a los frontales de sarcófagos, que conocen un notable desarrollo como consecuencia de la importancia que adopta para el cristiano la muerte como tránsito hacia una vida mejor. Las imágenes de estos sarcófagos son por ello transmisoras de un mensaje de fe y esperanza sobre la vida inmortal, aunque en muchas ocasiones sean deudoras de la técnica y el estilo de la estatuaria clásica romana. Se observa además en ellos una interesante evolución desde los sarcófagos de strygilos, a la organización en friso con una imago clipeata (retratos enmarcados por un clípeo) central o cobijando las escenas y figuras sobre arquitecturas clasicistas.Las manifestaciones pictóricas se asocian frecuentemente a las catacumbas, cuyas imágenes guardan relación con las verdadera vida: aquella que aguarda tras la muerte, una vez alcanzada la justicia divina. En un primer momento mediante signos ambiguos, como el pez, el pavo real, la vid... que sugieren una interpretación religiosa, o el crismón, que se identifica con las iniciales de Cristo; más tarde, con alegorías mediadoras entre el cielo y la tierra, como el Buen Pastor; finalmente mediante imágenes más conceptuales –como la Orante- que se identifica con la propia Iglesia como medio para la salvación de las almas.

BLOQUE 3. NACIMIENTO DE LA TRADICIÓN ARTÍSTICA OCCIDENTAL: EL

La aportación cristiana en la arquitectura y la iconografía.



Surge como manifestación estética del Cristianismo a partir del desarrollo de éste como consecuencia de la crisis del siglo III, que implica la ruralización de la economía, el caos político y la crisis de unos valores tradicionales en una época de miedos, guerras y enfermedades que favorece la proliferación de las supersticiones, el misticismo y la creencia en religiones como la cristiana que participan de un futuro mejor de salvación para sus fieles.Por eso, frente al arte clásico que es reflejo del equilibrio, la perfección y el antropocentrismo racional, el nuevo arte es idealizado, simbólico y expresivo, en un intento por significar la presencia divina. Es cierto que desde el punto de vista formal se mantienen muchos recursos y soluciones técnicas del arte romano y griego, pero su intencionalidad difiere mucho de ser la de reafirmar la realidad del hombre, concibiéndose como un arte ideográfico e intelectual a partir del cual es posible alcanzar la salvación cristiana. Lo cierto es que el arte paleocristiano no depende absolutamente del arte romano, pero tampoco supone una ruptura definitiva respecto a aquel, de ahí que algunos historiadores hayan hablado de él como de un “arte romano bautizado”.

Vocabulario


ACRÓPOLIS. Literalmente “ciudad alta”, en alusión a las primitivas ciudades aqueas situadas en las escarpaduras de montañas, de fácil defensa y desde donde se dominaba una amplia zona de producción. Con el desarrollo del sistema de poleis, las ciudades griegas tendieron a desarrollarse a los pies de las citadas colinas, dejando la acrópolis como un témenos sagrado destinado a la edificación de los principales monumentos de la ciudad. Especialmente significativa resulta la acrópolis de Atenas, donde, durante la época de Pericles a mediados del siglo V aC. se construyeron algunos de los edificios más importantes de la arquitectura clásica y universal, como el Partenón, el templo de Atenea Niké, el Erecteion y los Propileos o puertas de acceso al recinto sagrado.



ÁGORA. Literalmente “mercado”, designa el espacio abierto y público característico de las ciudades griegas. Tiene su origen a partir del desarrollo de las poleis, desde el siglo VIII aC. y harían las veces de una plaza central en la que tienen lugar las actividades comerciales, culturales y políticas de la urbe. Con el tiempo, fueron ganando en importancia al erigirse en ellas templos y stoas, destinadas a las transacciones económicas, como la de Atalo en el ágora de Atenas. La aparición del urbanismo hipodámico a partir del siglo V aC. dotó al ágora de una planificación de la que antes no había gozado, convirtiéndose en el espacio principal que centraliza las actividades de la ciudad y que tendría continuidad en el foro romano.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ejercicio.

Relaciona cada imagen con el título de su obra correspondiente :
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-TEATRO DE EPIDAURO ,ALTAR DE ZEUS EN PÉRGAMO,FACHADA DEL TEMPLO FUNERARIO DE RAMSÉS II EN ABU -SIMBEL , HERMES DE OLIMPIA, BUSTO DE NEFERTITI,PARTENÓN DE LA ACRÓPOLIS DE ATENAS, KOURÓS DE ANAVYSSOS,PROPILEOS DE LA ACRÓPOLIS DE ATENAS, MASTABA.

martes, 22 de noviembre de 2011

ROMA

La civilización romana ha sido clave para entender la historia de la humanidad. A través de ella nos ha llegado el pensamiento y los logros artísticos griegos, pero también el modelo de un Estado organizado y jurídico base de nuestro mundo occidental.

Una de las arquitecturas que mas me impacto fue:


El coliseo es una arquitectura romana. Fue construido en madera, aunque mas tarde fue restaurado en piedra tal como lo conocemos actualmente. Se calcula que llegasen a caber 90.000 espectadores, aunque solo la mitad podrían ver el espectáculo sentados. Debajo de la arena donde luchaban los gladiadores (detrás de la barandilla) el coliseo dispone de una serie de laberintos por donde se transladaban a las fieras, los exclavos... Por ultimo, lo que mas me impacto cuando lo vi fueron sus enormes dimensiones e imaginar como seria ese anfiteatro repleto de personas como en una enorme sala de cine.



Roma
en mi opinión es una ciudad tan rica en monumentos que cuando fui al viaje me falto memoria en la tarjeta para poder fotografiar todas aquellas imagenes, arquitecturas... que me impactaron y así poder llevarme un pequeño recuerdo de cada una de ellas. También cabe destacar que es una ciudad que ha sabido modernizarse sin perder su esencia cultural. Gracias a ello hoy podemos seguir admirando la belleza artística de la antigua Roma para poder comprender como era la vida entonces y a lo largo de su historia.

La escultura: el retrato y el relieve histórico.



Ha sido tradicionalmente objeto de discusión sobre si se trata de una degradación de la griega o, por el contrario, de un arte independiente, con sus características propias y sus aportaciones originales. Sea como fuere y al igual que en arquitectura, parece indiscutible su carácter híbrido en el que se mezclan diversas tendencias estilísticas: el racionalismo griego, la rigidez y el hieratismo de lo centroeuropeo, o el simbolismo y decorativismo oriental.
Lo cierto es que todas estas características preexistentes se sintetizan de una manera nueva en Roma, respondiendo al espíritu utilitario y magnificente de sus ciudadanos, y dando lugar a nuevos modelos escultóricos: el relieve histórico y el retrato, que se manifiestan principalmente desde finales del periodo republicano, y al triunfo de una realidad trascendente.

Los relieves históricos.

Son esculturas conmemorativas referidas a acontecimientos concretos protagonizados por estadistas romanos. Formaban parte invariablemente de monumentos arquitectónicos encargados por los propios protagonistas o por instituciones públicas. Se trata de creaciones genuinamente romanas. Expresan la pasión de éstos por la historia, y por el tratamiento objetivo y realista de la misma, de ahí su doble carácter narrativo y pictórico.
El más antiguo que se conoce es el conocido como altar de Domicio Ahenobarbo (pps. s. I aC.). Al periodo imperial corresponde ya el Ara Pacis Augustae (altar de la paz), el altar realizado por el Senado en el Campo de Marte de Roma para celebrar el regreso de Octavio Augusto de sus campañas militares de Hispania y Galia en 13 aC, y la paz que siguió a las guerras civiles. Los relieves que decoran dichos muros son un mensaje de propaganda augustea basada en las ideas de paz y renacimiento romano. su ejecución se debería a escultores griegos inspirados por el friso de las Panateneas del Partenón.
Durante la dinastía Flavia asistimos a la aparición de un relieve menos helenizante que culmina en la consecución del “ilusionismo espacial” en los paneles que adornan el interior del arco de Tito en Roma.
El reinado de Trajano es el de mayor riqueza en relieves monumentales, entre los que sobresalen los de su propia columna conmemorativa, concebida como punto focal de foro trajano. Los relieves tienen la forma de un friso en espiral que recubre el fuste de la columna y que muestra, en un estilo narrativo continuo, los acontecimientos de las campañas del emperador contra los dacios en la actual Rumanía (101 a 107 dC.). A imitación de la columna trajana se realizaron las de Antonino y Marco Aurelio en Roma. Las características de sus relieves están muy alejadas, sin embargo, del naturalismo objetivo de aquella.
La reorganización del Estado llevada a cabo por Diocleciano a principios del s. IV tiene su expresión artística en los relieves del arco de Constantino realizados por este emperador (otros se reaprovecharon de monumentos de Trajano, Adriano y Marco Aurelio). Las imágenes se disponen ahora conforme a la rigidez de un orden mecánico inspirado en la visión mecánica y trascendente de la filosofía de Plotino que preludia el arte bizantino y cuyos inicios podrían rastrearse en la base del obelisco de Teodosio en Constantinopla (fines s. IV dC.).

El retrato.

Los orígenes y la originalidad del retrato romano han sido objeto de serios debates entre los historiadores del arte. En la actualidad se suele creer que resulta de una convergencia de varias corrientes distintas: las imagines maiorum (mascaras mortuarias) romanas, de las que adquiere su riguroso realismo; el retrato egipcio, con su afición por representar la fidelidad fisonómica; la trascendencia griega y la intensidad expresiva etrusca.
A medio camino entre lo italo-etrusco y lo romano se encuentran esculturas como el retrato de Lucio Junio Bruto (s. III aC) y el Arringatore (Orador, s. I aC), síntesis de la idealización griega y el expresionismo de tradición itálica. Pero la aparición del retrato honorífico romano habrá de esperar hasta finales del periodo republicano: en el s. I aC., cuando son identificables las principales figuras políticas del momento: Pompeyo, Cesar, Cicerón…, que representan las corrientes retratísticas que convergen inicialmente en Roma: a la griega, a la romana y síntesis de las dos respectivamente. Las esculturas privadas, siguiendo la tradición de las imagines maiorum, sintetizan el hiperrealismo de las mascarillas con una gran expresividad cargada de austeridad, como demuestra el retrato del Anciano del Museo Torlonia o el patricio con los retratos de los antepasados del palacio de los Conservadores.
La tradición realista del retrato romano republicano no parece haber sobrevivido durante el Imperio. El tipo de retrato que aparece repetidamente desde el periodo augusteo y en adelante no procede de las mascarillas funerarias, sino del tipo helenizado. El propio Augusto aceptó durante su primera época una iconografía inspirada en la de Alejandro Magno, y tras su victoria sobre Marco Antonio decidió inclinarse por una versión más clásica: bella y enérgica; idealizada, abstracta y serena. Esta imagen se repitió con pequeñas variantes en todas las esculturas de Augusto, entre las que sobresalen los Augustos de Prima Porta y de la Vía Labicana.
Inspirados por obras de este tipo, los familiares del emperador y sus sucesores e incluso personas ajenas a la corte adoptaron la misma estética. No obstante en tiempos de Claudio empieza a surgir una nueva tendencia hacia lo pictórico y lo real, más acusada en el reinado de Nerón. Esta tendencia hacia el realismo se constata definitivamente entre los emperadores de la dinastía Flavia, en consonancia con su ascendencia familiar. Un elemento nuevo resalta en sus imágenes, como en las de Tito y Domiciano, su impresión de familiaridad.
Durante el reinado de Trajano, los retratos continúan técnica y conceptualmente la tradición flavia, aunque con mayor energía que refleja eficazmente sus cualidades. Su sucesor, Adriano, experimentó un nostálgico retorno a los ideales clásicos griegos, tanto en estilo como en contenido. Los retratos de Antinoo, el joven amigo del emperador, están inspirados directamente por la serenidad policlética.
La dinastía de los Antoninos inicia un claro apartamiento de los modelos ideales griegos. El retrato cobra una especial relevancia como medio de propaganda. Se impone con éxito la fórmula imperial con paludamentum o manto de general fijado por un broche y se desarrolla una verdadera pasión por las efigies grandiosas, cargadas de dignidad y realizadas con particular virtuosismo.. Resultado de todo ello son retratos muy decorativos y pictóricos, que atrajeron a los escultores manieristas y barrocos del s. XVI y XVII. Además, introdujeron fórmulas de representación nuevas, como el retrato de medio cuerpo de Cómodo como Hércules o el retrato ecuestre de Marco Aurelio en el Capitolio, que habría de servir como modelo de la escultura conmemorativa de todos los tiempos.
Los Severos continuarán con la trayectoria anterior: posiciones oblicuas y contrastes lumínicos. La renuncia a los modelos helénicos se evidencia en el exagerado expresionismo de los rostros entre el que sobresale el del denominado Caracalla Satán. El periodo de anarquía militar coincide con un proceso de degradación en la retratística romana que se concreta durante la Tetrarquía (división del Imperio por Diocleciano) a través de representaciones burdas, grotescas y desproporcionadas, con ojos profundos que dan a las figuras un aspecto terrorífico (grupo de los tetrarcas en la plaza de s. Marcos de Venecia). Es posible que el Egipto romano haya tenido gran influencia en la formación del estilo tetrárquico, pues de allí venía el porfirio duro que se reservaba a este tipo de escultura imperial y quizás también los escultores expertos en su talla.
Originarias de las provincias orientales del Imperio son las influencias, tanto ideológicas como estilísticas, sobre el nuevo concepto de esencia divina y el carácter sagrado de los gobernantes. El resultado de esta influencia es la gradual supresión de los rasgos fisonómicos la reafirmación del retrato tipológico. Prevalece un anticlasicismo, basado en la estricta frontalidad, la rígida simetría, el esquematismo y los tópicos de representación, como en la colosal estatua de Constantino del Palacio de los Conservadores, que nos sitúa a las puertas del arte medieval.

La arquitectura: características generales. La ciudad romana.

Aunque tiene puntos en común con las arquitecturas griega y etrusca, de las que proceden algunos elementos, es incuestionable su personalidad y la trascendencia de sus aportaciones, la principal su nueva concepción del espacio y su carácter mixto, es decir, la alternancia de sistemas constructivos adintelados o abovedados según el tipo de edificio y con un sentido monumental y práctico que le hace valorar los espacios interiores.
Los romanos utilizaron todo tipo de materiales, pero fundamentalmente tres: la piedra, por ser material resistente se usa en cimientos y muros y como revestimiento, en aparejo irregular (mampostería) o regular (sillería). El ladrillo, muy utilizado por su bajo coste de producción y su fácil adaptación a las distintas formas arquitectónicas; a menudo se reviste con mármoles o mosaicos. El hormigón (opus caementicium), elemento típicamente romano, se producía con guijarros, cal, arena y agua, utilizándose como material resistente y ligero en bóvedas y cúpulas.
Respetaron también los órdenes arquitectónicos, pero adaptándolos a las nuevas necesidades y, en ocasiones, como simples elementos decorativos. Vitruvio considera la existencia de cuatro órdenes: El toscano, en realidad una reinterpretación del dórico realizada en Etruria; el jónico; el corintio y el orden compuesto, síntesis de los dos anteriores.
Todos estos rasgos se traducen en una gran variedad tipológica, en la que los romanos siempre demostraron su originalidad, pragmatismo y perfeccionamiento, como reflejan las concepciones urbanísticas, la arquitectura civil, los templos, los monumentos funerarios y los conmemorativos, independientemente de épocas y estilos.

Monumentos públicos y obras de ingeniería.


A) Edificios públicos.

Tienen en Roma una especial significación, no en balde la romana es una sociedad urbanita volcada en la ciudad y en el uso de los espacios comunes:

a.1) Las basílicas. Tipológicamente son edificios rectangulares, de tres o cinco naves, y terminados en un ábside en uno de sus extremos. Cumplían una doble función, económica y judicial. Existen, dos tipologías, la oriental, cuando la fachada de acceso se sitúa en uno de los laterales largos, y la griega, cuando lo hace en uno de los laterales cortos (luego empleada por los cristianos como edificio religioso). En Roma destaca la basílica de Majencio o Constantino, en el foro.

a.2) Las termas. Cumplen al tiempo una función higiénica y social, siendo por ello edificios muy habituales, con los que los emperadores solían atraerse la popularidad de sus súbditos. Desde el punto de vista estructural, constan de varias zonas dedicadas al ritual del baño: apoditerium (vestíbulo), frigidarium (sala de baño frío), tepidarium (sala de baño templado), caldarium (sala de baño caliente) y natatio o piscina central; su construcción exigía un gran dominio técnico por la propia infraestructura que requiere el baño, su carácter abovedado y las grandes dimensiones que algunas de ellas podían alcanzar. En Roma sobresalen las de Caracalla y Diocleciano.

B) Edificios públicos, para espectáculos.

b.1) Los teatros. Toman al teatro griego como referencia, aunque con diferencias notables desde el punto de vista formal. Son casi todos ellos construidos en su totalidad, es decir, no aprovechan las laderas de las montañas como los griegos, sino que se construyen frecuentemente sobre terrenos llanos. Su forma es semicircular y solía tener un fondo arquitectónico muy elaborado: el frons scenae. En Roma destaca el teatro Marcelo, construido en época de Augusto y que sirvió de modelo a los teatros de provincias. En España los de Mérida, Sagunto, Cartagena o Segóbriga

b.2) Los anfiteatros. Son obras propias del espíritu romano, derivadas de los teatros pero con forma oval. Estaban destinados a los juegos con fieras o luchas de gladiadores. Entre todos ellos destaca el anfiteatro Flavio, concluido por el emperador Tito hacia el 80dC. y conocido también como el Coliseo (por la estatua colosal de Nerón como Helios que se situaba en las proximidades). En España sobresalen los de Mérida, Itálica y Segóbriga.

b.3) Los circos. Se destinaban a carreras de caballos o cuadrigas. Tenían una forma alargada y estaban divididos longitudinalmente por un muro central o spina en torno al cual discurría la competición. El más famoso fue el circo Máximo de Roma. En España se conservan los de Toledo y Mérida.


C) Las obras de ingeniería.

Conocen en Roma un enorme desarrollo, debido a sus condicionantes políticos, territoriales e incluso sociales. A los romanos se debe la creación de una serie de infraestructuras, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días cumpliendo su uso inicial: calzadas, puentes, acueductos, faros, etc.

c.1) Las calzadas. Vías de comunicación creadas por los romanos para poner en contacto los extensos territorios del Imperio, como Vía Augusta o la Vía Platea en la península Ibérica.
c.2) Los puentes. Salvaban desniveles por los que discurrían las calzadas, como el puente de Alcántara (Cáceres), sobre las aguas del Tajo durante el imperio de Trajano (s. II dC); o el Pont du Gard (en Nimes, Francia), erigido durante el periodo augusteo (fines s. IaC).
c.3) Los acueductos. Son construcciones que servían para trasladar agua a las ciudades desde fuentes próximas. Como ejemplos más significativos señalamos el acueducto de Segovia (construido entre los s. I y II dC.), el de Les Ferreres en Tarragona y el acueducto de los Milagros en Mérida.
Estaban complementados por otras construcciones: los pantanos, donde se recogía el agua en origen (como el de Proserpina en Mérida) y las castella aquarum, torres de depuración y distribución de las aguas a la entrada de las ciudades.


La arquitectura religiosa y conmemorativa.

A) Los templos.

Siguen los patrones tuscánico (etrusco) y griego, elevándose sobre un alto podíum con amplio pórtico y cella casi cuadrangular y con columnas adosadas (pseudoperípteros). El orden más empleado en la columnata es el toscano. Esta feliz síntesis entre lo etrusco y lo griego se difundió rápidamente convirtiéndose en el esquema clásico del templo oficial, como observamos en los ejemplos dedicados a Portuno en Roma (s. II aC) o la Maison Carrée en Nimes (transición al s. I dC.) No obstante los romanos construyeron otros modelos templarios de inspiración helénica: los tholos, entre los que destacan los dedicados a Hércules Olivario en Roma y el templo de Sibila y Vesta en Tívoli.
Pero entre todos los templos destaca, por su originalidad, el Panteón, edificio que Agripa (general y yerno de Augusto) consagrara en 27aC. a todos los dioses de acuerdo con la nueva espiritualidad augustea de tolerancia religiosa. Fue destruido por importantes incendios y reconstruido de forma completamente nueva en época del emperador Adriano durante la primera mitad del siglo II (118-125 dC.). El edificio presenta una estructura principal cilíndrica y cupulada con un pórtico de acceso al modo clásico. La sala central es expresión del universo celeste y el emperador su Cosmocrator. La originalidad de la obra ha llevado a relacionarla con Apolodoro de Damasco, arquitecto de Trajano, uno de los más geniales y atrevidos de la Roma imperial.

B) Las tumbas.

El rito funerario más usual en el mundo romano fue la incineración del cadáver, en especial hasta la época de Adriano (s. II dC) a partir de la cual se practicará la inhumación en ricos sarcófagos, especialmente entre las clases altas de la sociedad. El tipo más sencillo de enterramiento era la simple fosa complementada por un ara o estela. También eran frecuentes las esculturas alegóricas o los bustos-retrato del difunto colocados sobre un plinto. Junto a estas sepulturas populares, se alzaron también ricos mausoleos pertenecientes a las familias más acaudaladas; responden a tres tipos: torre, templo y columbario. Al primer tipo pertenecen las estructuras cilíndricas de Cecilia Métela, Augusto (ambas del s. I aC) y Adriano (s. II dC), síntesis de los túmulos etruscos; o las cuadrangulares de los Julios (Francia) o de los Escipiones (Tarragona), ambas del s. I aC y en la tradición de monumentos helenísticos. Forma de templo presenta el mausoleo de Fabara (Zaragoza) y de tipo columbario (nichos) son las catacumbas. No obstante la tolerancia y el sincretismo de formas que adopta la Urbe permite la construcción de otras tumbas tan singulares como la tumba panadero Eurysaces, al modo de su propio horno, o la célebre de Cayo Cestio, en Roma, al modo de los faraones egipcios, ambas en Roma.

C) Los monumentos conmemorativos.

Los arcos de triunfo.

Es una construcción típicamente romana, que servía para conmemorar algún acontecimiento importante o glorificar a un emperador victorioso. La construcción es lógicamente abovedada, utilizándose elementos adintelados para su decoración; podían constar de uno o tres ojos, y excepcionalmente cuatro, al enfrentar un arco en cada uno de los frentes de un cuadrilátero: arco quadrifronte. Sobre los arcos se situaba un ático destinado a la inscripción epigráfica que advertía sobre el constructor y sus hazañas. El conjunto se decoraba con relieves y podía estar rematado con esculturas exentas. En Roma destacan los arcos de Tito, construido en el s. I dC. , de un ojo, y los de Septimio Severo (pps. s. III) y Constantino (s. IV), de tres. En España, al primer ejemplo corresponde el arco de Bará en Tarragona; al segundo el de Medinaceli en Soria; y al arco quadrifronte el de Cáparra en Cáceres.

Las columnas.

Son también características de la cultura romana en su finalidad conmemorativa. Suelen elevarse sobre un alto plinto, no responden a un orden concreto y su fuste se decora con un friso helicoidal corrido sobre las gestas del emperador a quien se dedica. La más importante es la de Trajano, en el foro realizado por él, y destinada también a servirle de tumba. A imitación de ésta se realizaron la de Marco Aurelio y la de Antonino en Roma, esta última no conservada, y más tarde la de Constantino con motivo de la refundación de Bizancio (Constantinopla).


La ciudad romana.
El urbanismo y la casa romana.

La Roma antigua tenía un plano totalmente irregular, se trataba más bien de una aglomeración de casas de barro y madera. Tras el contacto con los griegos, se plantea el trazado ortogonal -mucho más racional- en las zonas de ampliación de la ciudad o destruidas por incendios. Las ciudades fundadas en provincias llegarán también a una solución parecida a través de una vía muy diferente: la evolución del campamento militar romano, de trazado cuadrangular y articulado por sendas avenidas entrecruzadas: el cardo y el decumano. En el cruce de ambas se situaría el foro, principal espacio público de la ciudad, y el resto de las calles se dispondrían paralelas o perpendiculares a las anteriores. En el foro se erigían los edificios civiles y religiosos más destacados, componiendo en su conjunto el marco funcional para el desarrollo político y social de la ciudad. El crecimiento de las ciudades, y en especial de Roma, originó los problemas característicos de toda gran ciudad: escasez de suelo urbanizable y especulación del mismo, lo que se tradujo en la aparición de los primeros edificios en altura (que se contraponían a la tradicional vivienda romana, domus, de planta baja y articulada por patios), las Turris Mamilia, y de los cementerios subterráneos, las catacumbas, ya durante la expansión del cristianismo.

LA VISIÓN DEL CLASICISMO EN ROMA. EL ARTE EN LA HISPANIA ROMANA





El romano es un arte ecléctico y de naturaleza pragmática. Al margen de la enorme influencia griega a partir del siglo II aC,, los orígenes del mismo hay que buscarlos en la península itálica y más concretamente en Etruria, la actual Toscana, donde se desarrolló una importante civilización en la primera mitad del I milenio aC. de dudosa procedencia e importante acervo cultural y artístico. Dos son los grandes logros aportados por los etruscos al arte romano: por una parte el sentido del utilitarismo y, por otra, el afán por expresar la realidad.
Si el arte griego en su momento histórico pudo influir como ningún otro desde la península Ibérica a India, no es menos cierto que la consolidación del lenguaje clásico y su proyección futura sería incomprensible sin el arte romano, que extiende aproximadamente durante un milenio a lo largo de los siguientes periodos:

- 753-510 aC. Monárquico. Asimilación de todo lo etrusco.
- 510-30 aC. Republicano. Concreción de las primeras formas arquitectónicas y del retrato, que pronto se entrelazan con la influencia helenística.
- 30-235 dC. Alto Imperial. Arte como representación del régimen. Conjugación clasicista con un barroquismo que tiende al refinamiento y la emotividad.
- 235-476 dC. Bajo Imperial. La emoción deja paso a la formalización. Tras Constantino se produce una cristianización de las formas tradicionales del clasicismo.




viernes, 11 de noviembre de 2011

Vocabulario





ALTO RELIEVE/ALTORRELIEVE. Un relieve es una escultura no exenta, es decir, realizada sobre uno de los planos del soporte, lo que condiciona una visión frontal. Hablamos de alto relieve para significar aquél que sobresale del plano del soporte más de la mitad de la escultura en contraposición al relieve medio y bajo. Por ejemplo, las tríadas de Mikerinos pertenecientes al Imperio Antiguo egipcio, 2.600 años aC. aproximadamente.








ALZADO. Diseño de un edificio atendiendo a los planos verticales, sin representación o proyección en perspectiva. Se relaciona, por tanto, con la tratadística arquitectónica desde la época clásica y atiende generalmente a las fachadas de las construcciones.






ARCO. Elemento constructivo y de soporte de carácter generalmente curvo que cubre el vano entre dos puntos fijos. Puede ser de diferentes tipologías según sus puntos de trazada: medio punto, apuntado, etc. , relacionándose entonces con distintos estilos artísticos. Los arcos están compuestos por diferentes piezas, denominadas dovelas; la clave se dispone en la parte superior del mismo, siendo flanqueada por las contraclaves que trasladan el peso a los salmeres, sobre la línea de imposta. El elemento curvo que define el arco recibe el nombre de rosca, su interior es el intradós y su exterior el trasdós. La altura del arco se denomina flecha y su longitud es la luz del arco.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La acrópolis virtual

En esta simpática y algo rudimentaria recreación de la Acrópolis de Atenas hay un error de bulto. ¿Eres capaz de adivinarlo?