"La grandeza del hombre es que es un puente y no un fin", FRIEDRICH NIETSCHE.

domingo, 29 de enero de 2012

Doríforo.


La imagen a comentar se refiere al arte plástico de la escultura, en concreto a una escultura de bulto redondo. La obra está tallada en mármol y es una copia de una original realizada en bronce a la cera perdida. La escultura es didáctica ya que sirvió de modelo para otras posteriores.
Cronológicamente se sitúa en el primer milenio a.C donde se dio lugar el Arte Griego.

Como podemos observar se representa a un joven en actitud de caminar con una lanza al hombro.
El brazo izquierdo del joven está flexionado y su puño se encuentra cerrado para, coger la jabalina. El brazo derecho permanece recto y relajado, siguiendo la línea del costado. La situación de las piernas marca su paso.
La disposición de los brazos y las piernas muestran un acusado contrapposto, técnica introducida por Policleto que consiste en la situación de una de las partes del cuerpo en tensión mientras que las simétricas se encuentran en reposo.

La escultura de Policleto trata de conseguir la perfección matemática inspirándose en la filosofía Pitagórica; el contrapposto, por tanto, trataba de establecer unos principios de simetría, equilibrio... basados en soluciones de equivalencia establecida a través de la proporción áurea sin renunciar a los elementos naturales. Policleto trataba de componer en sus esculturas un sistema de relaciones y proporciones modélicas: El canon; cuyo resultado era procurar la belleza ideal de las representaciones vinculándose a las propuestas estilísticas de Sócrates y Platón.

En concreto, la imagen que comentamos es el Doríforo de Policleto, realizado en el S V a.C, momento cumbre del periodo clásico. Junto con Mirón y Fidias, es uno de los autores más importantes de la época.

Unidad 13. ESCULTURA Y PINTURA GÓTICAS. GIOTTO Y LOS PRIMITIVOS FLAMENCOS.








Al igual que en la arquitectura, resulta difícil hablar de un estilo gótico en manifestaciones que se desarrollan en un contexto cronológico y espacial tan amplio. Más si cabe en este tipo de arte, muy condicionado por circunstancias económicas, sociales y culturales de proximidad. Es por ello, que en los últimos años la historiografía artística se ha tendido a elaborar nuevas caracterizaciones, menos globales, que atendieran a la mejor comprensión de la realidad artística de la Baja Edad Media.
Así, se habla de un modelo francés, asociado al desarrollo de las ciudades durante el siglo XIII y a la integración de los artistas en cofradías o gremios; y de un modelo italiano, al amparo de las órdenes mendicantes, que se asientan en las grandes ciudades mercantiles de Italia, y de los conflictos entre partidarios del papa o del emperador. Ambos sufrirían la crisis del siglo XIV y los estragos de la peste negra. Finalmente, la recuperación del siglo XV se tradujo en la aparición del Gótico Internacional, refinado y exquisito, en relación con las numerosas cortes nobiliares, que daría paso a un arte cortesano, coincidiendo con la aparición de loe Estados Modernos, y burgués como consecuencia del nuevo papel económico de banqueros y comerciantes.
Estos modelos concretan en parte la evolución de la escultura y la pintura del periodo que, sin embargo, alcanzan peculiaridades y variedades regionales muy complejas entre las cuales estudiaremos las más sobresalientes.
Escultura.
Continúa siendo fundamentalmente monumental, aumentando los repertorios del románico y adquiriendo una gran importancia. Su temática sigue siendo preferentemente religiosa, pero se pierde el simbolismo del periodo anterior a favor de un mayor naturalismo y proximidad al espectador. Los temas principales siguen siendo los mismos, aunque la cristología deja paso a un mayor protagonismo a los temas marianos en consonancia con una nueva religiosidad más humanizada. Además, se amplían con los del devocionario popular a través de las vidas de santos, compiladas por autores como Santiago de la Vorágine.
Desde el punto de vista formal, la estatuaria gótica se caracteriza por la búsqueda de una belleza ideal al servicio del mensaje religioso. Las figuras tienden a una mayor humanización como consecuencia de la influencia de las ideas franciscanas sobre la humanidad de Cristo.Generalmente se suele señalar una evolución en su tratamiento coincidiendo con distintos momentos cronológicos. Así, el siglo XIII estaría presidido por la solemnidad, el XIV por la expresividad y el XV por el patetismo y la melancolía. Estas características serían de aplicación en las distintas tipologías escultóricas que van desde las asociadas a lo arquitectónico –en fachadas y exteriores, claustros y capiteles interiores-, los retablos, las sillerías de coro y los sepulcros, habituales desde fines del siglo XIV.
Difusión de la escultura.
Como en lo arquitectónico, Francia marca las tendencias escultóricas. Así, en el siglo XIII los grandes conjuntos catedralicios se convierten en referentes de la estatuaria posterior: Chartres, París, Amiens y Reims. Esta última representa la síntesis de las diferentes tendencias escultóricas francesas: la severidad del Maestro de Amiens, el clasicismo del Maestro de la Visitación o el manierismo centroeuropeo del Maestro del Ángel de la Sonrisa. Desde el siglo XIV el principal centro de producción se traslada a Borgoña (bajo el patronazgo del duque Jean de Berry y Felipe el Atrevido) donde sobresale una escultura vinculada a la estética del gótico internacional, de gran monumentalidad, y asociada a la presencia de artistas flamencos entre los que sobresalen Jean Marville y, sobre todos, Claus Sluter, a quien debemos obras de enorme influencia posterior como el Pozo de Moisés o al sepulcro de Felipe el Atrevido que inaugura una tipología funeraria característica del último gótico.
En Alemania, la elegancia se sacrifica en aras a la expresividad en los grandes conjuntos de Bamberg y Naumburgo, donde destaca el grupo de Utta y Eckehard, de un excepcional realismo retratístico, muy alejado de la idealización francesa.Italia, por su parte, se verá influenciada por los modelos clásicos, y la estatuaria gótica supondrá en muchas ocasiones un preludio de lo renacentista en autores como Nicola o Giovanni Pisano. Mención especial merece la figura de Andrea Pisano, quien trabaja en las obras del Duomo de Florencia y anticipa en sus puertas para el Baptisterio de san Juan, el modelo realizado años más tarde por Lorenzo Ghiberti.
En España, la escultura alcanzó un notable desarrollo asociada a los grandes centros de producción artística. En el siglo XIII, las portadas de Burgos y León acusan las manos de artesanos franceses. Un siglo más tarde el manierismo llega a través de la Puerta del Reloj de la catedral de Toledo, al tiempo que Cataluña adquiere una significación especial en los sepulcros y en los retablos, como el de Cornellá. Durante el siglo XV, la internacionalización del estilo se traduce en una escultura elegante de influencia externa, con distintos centros de producción y grandes artistas a su frente. En Cataluña, Pere Johan; en Toledo, Egas Cueman (Puerta de los Leones) o Mateo Alemán (sillería del coro); en Sevilla, Lorenzo Mercadante; en Burgos, Gil de Siloé (retablo de la Cartuja y sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal) y en Sigüenza, Sebastián de Toledo (sepulcro del Doncel).
Pintura.
Supone un cambio radical respecto a la románica en la búsqueda de nuevos soportes, los retablos, que sustituyen a los muros de las iglesias; la técnica utilizada es temple al huevo y no existen caracteres generales sino escuelas representativas en relación con el proceso evolutivo de las artes figurativas antes comentado. Así:
- La Escuela Franco-gótica. Se centra en la miniatura y concede una importancia fundamental a la línea y el dibujo. Valoración de los tonos planos, sin volumen ni sombras. En España sobresale la figura de Andrés Sánchez de Segovia: Catedral Vieja de Salamanca.
- La Escuela Italo-gótica. Se advierten en ella dos tendencias:
. Sienesa. Caracterizada por su naturalidad, delicadeza y elegancia; sinuosidad de sus formas. Sobresalen autores como Duccio y Simone Martín. Influye en la pintura catalana a través de autores como Jaume y Pere Serra.
. Florentina. De acusada monumentalidad y volumetría que anticipan el renacimiento. Destacan autores como Cimabue y Giotto.
- El Estilo Internacional. Típico del siglo XV. Se caracteriza por su eclecticismo y un mayor amaneramiento de las formas. En España, responden a esta tendencia los catalanes. Luis Borrasa y Bernardo Martorell.- Finalmente, la Escuela Flamenca. Desarrollada a lo largo del siglo XV, supone para muchos autores una transición al renacimiento por sus logros técnicos y visuales. Está caracterizada por un extremado detallismo y realismo, así como por una especial valoración de la luz y del espacio. Entre sus logros se encuentra el desarrollo del retrato y la sistematización de la técnica al óleo. Sus autores principales se reparten en varias generaciones, destacando: Van Eyck, Hans Memling, Van der Weyden, Van del Goes, Joaquin Patinir o Hieronimush Bosh (El Bosco).

Unidad 12. ARQUITECTURA GÓTICA. CATEDRALES, AYUNTAMIENTOS Y LONJAS. ESPAÑA.













Las características esenciales de la arquitectura gótica son:
- La utilización de la luz, que, siguiendo la revisión de las ideas de Pseudo-Dionisio Areopagita (teólogo sirio del s. VI que cristianizó el neoplatonismo de Plotino), se identifica con la divinidad a partir de su transformación por las vidrieras en luz celestial.
- La relación estructura-apariencia. En contraposición a la arquitectura románica, donde lo decorativo adquiere gran importancia, en el gótico la estructura adquiere por primera vez una dimensión estética.
Ambas características fueron posibles gracias al empleo de algunos elementos técnicos que, aún conocidos con anterioridad, se imbricaban en el arte gótico por vez primera. Desde el punto de vista del sistema de cubrición, el arco apuntado, con dos puntos de traza, permitía una mayor luz y favorecía la verticalidad; mientras la bóveda de crucería, resultante del entrecruzamiento de dos arcos apuntados, aumentaba la ligereza de la plementería. Por lo que respecta al soporte, los pilares, más desarrollados que en el mundo románico, eran los encargados de recibir el empuje de las nervaduras y resolver el problema de la pesadez de los muros; arbotantes y pináculos exteriores contrarrestaban los empujes laterales al tiempo que introducían el valor estético al edificio como una estructura diáfana. El cerramiento carece de misión constructiva, posibilitando el desarrollo de las vidrieras y las ascensionalidad de las fábricas.
La novedad de la arquitectura gótica reside precisamente en el resultado final de esa combinación de elementos que, como hemos dicho, no eran originales. El arco ojival se empleaba ya en la arquitectura cisterciense desde principios del siglo XII, y aún antes en el románico borgoñón y en la arquitectura islámica. La bóveda de crucería era también habitual en las iglesias normandas y angevinas, las cúpulas hispano-musulmanas, el arte selyucida o las construcciones armenias. Además, parece demostrada la utilización consciente de ambos elementos. Sin embargo, la resolución de su fusión en la girola de la abadía de Saint Denis –primer edificio del estilo- construida por el abad Suger en 1144 es absolutamente novedosa; en sus propias palabras “la conjugación de lo material con lo inmaterial, lo corporal con lo espiritual, lo humano y lo Divino”.
El gótico es, por tanto, un arte inicialmente arquitectónico e ideológicamente francés, que pronto caló en el resto de Europa como expresión de un nuevo modelo social: Inglaterra (Canterbury, 1174), Italia (Siena, fines del s. XII), Alemania (Colonia, mediados del s. XIII), España (Cuenca y Ávila, fines del s. XII), etc.2.1.
Arquitectura religiosa.
El edificio más representativo del arte gótico es la catedral, en su doble dimensión: social, como expresión de la grandeza de los burgos y de sus habitantes frente a sus rivales; y eclesial, como prefiguración de la Jerusalén Celeste, el lugar donde se producirá la reunión de Dios y los hombres justos en su morada final.
Su planta es longitudinal, de tres o cinco naves, con transepto sobresaliente definiendo una cruz latina. La cabecera es el elemento más significativo, destacando en ésta la girola. En alzado se conforman por cuatro pisos: arquería, tribuna, triforio y claristorio. Las segundas desaparecen con el tiempo para favorecer la perforación del muro con el desarrollo de triforio y ventanales. Como en el románico, las fachadas –principal y laterales- adquieren una enorme importancia en relación con la escultura monumental. Están enmarcadas por esbeltas torres y suelen presentar diversos elementos comunes: el rosetón de iluminación de la nave central, una galería de reyes escultórica y un hastial de coronación.
Arquitectura civil.
Adquiere las mismas características formales que la religiosa y su desarrollo es paralelo al de las ciudades a partir del siglo XIII. Así, los edificios más representativos coinciden con los que reflejan el nuevo prestigio de aquellas: el poder municipal a través de los ayuntamientos, como el de Bruselas; el de la nobleza urbana en los palacios, como el del Infantado en Guadalajara; el apogeo comercial en las lonjas, como las de Valencia o Palma de Mallorca; la mejora de las comunicaciones en las hospederías, como la Posada del Rosario en Albacete; o el desarrollo de las condiciones sanitarias a través de hospitales como los de Toledo, Granada o Santiago de Compostela.
Difusión de la arquitectura gótica.
Como dijimos, la arquitectura gótica es originaria de la Ile-de-France (región de París) desde donde se extendió por el resto de Europa. Marcel Durliat establece cinco etapas desde su aparición en la cabecera de Saint Denis en referencia a Francia:
- Inicial. Se desarrolla durante la segunda mitad del siglo XII. Coexiste con el románico y el arte cisterciense. Se caracteriza por sus construcciones macizas, de cuatro plantas y cubierta con bóveda sexpartita: catedrales de Sens, Laon, Noyon o París.
- Clásica. Se desarrolla durante el siglo XIII y se caracteriza por la sistematización de los elementos góticos. Desaparece la tribuna y la bóveda sexpartita. Las catedrales ganan en altura y gracilidad: Chartres, Reims y Amiens.
- Radiante. Se desarrolla desde mediados del siglo XIII y durante el siglo XIV. Desaparece el muro que es sustituido por vidrieras. Las construcciones llegan a su máxima estilización: catedral de Beauvais, Santa Capilla de París. Paralelamente se desarrolla el denominado gótico del Mediodía, caracterizado por su carácter de fortaleza exterior y el empleo de nave única de gran espacialidad en los interiores, que influirán en los modelos catalanes: catedral de Albi.
- Tardío o Flamígero. Desarrollado durante el siglo XV, se caracteriza por su barroquismo decorativo que acusan influencias del gótico nórdico.
- Florido. Propio de fines del siglo XV, supone la pérdida de la preeminencia francesa a favor de tipologías británicas y centroeuropeas.
En España, el desarrollo del estilo se produjo más tardíamente como consecuencia de su situación política –inmersa en pleno proceso reconquistador- y de las influencias románicas que hasta fines del siglo XII derivaron del Camino de Santiago. No obstante, la presencia de lo francés, a través de la difusión del arte cisterciense y de los contactos con la monarquía europea (Leonor de Aquitania y su séquito llegan a España tras su matrimonio con Alfonso VIII; el arzobispo Ximénez de Rada se traslada a Alemania para concertar el matrimonio entre Fernando III y Beatriz de Suabia) es indudable en la transición al siglo XIII y perdurará –con una evidente tendencia hacia el localismo- hasta bien entrado el siglo XVI.
La división entre el Reino de Castilla y la Corona de Aragón, y la distinta influencia recibida desde Francia se traducen también en una sustancial diferenciación entre la arquitectura castellana y la catalana; aquella más emparentada con los presupuestos franco-europeos, ésta con los mediterráneos.
- Castilla, como hemos dicho, acusa más directamente la relación con la Ile-de-France a través de modelos importados o de constructores llegados del país vecino. Tradicionalmente se distinguen cuatro periodos en su desarrollo:
. Fase temprana. Se desarrolla a fines del siglo XII a través de construcciones que siguen fórmulas anglonormandas o borgoñonas del gótico preclásico francés (bóvedas sexpartitas, cabeceras al modo del cister...): catedrales de Ávila, Cuenca o Sigüenza.
. Fase clásica. Tiene lugar a lo largo del siglo XIII y en ella se concretan las grandes catedrales castellanas: Burgos, Toledo y León, inspiradas directamente en las catedrales clásicas francesas, especialmente en Bourges.
. Fase tardía. Se desarrolla a partir de fines del siglo XIV y durante el siglo XV, con la introducción de canteros flamencos y alemanes que sustituyen a los franceses en las grandes obras religiosas. Acusan una mayor ascensionalidad y un repertorio decorativo de raíz flamígera.
. Gótico Reyes Católicos o Isabelino. Coincide con las fases más tardías del gótico europeo, a finales del siglo XV y durante la primera mitad del XVI. Se caracteriza por su extremado decorativismo en el que se incluyen elementos del repertorio hispánico: San Juan de los Reyes, catedrales de Salamanca y Segovia. Prolifera en estos momentos la arquitectura civil en edificios palaciegos como el Palacio del Infantado en Guadalajara o la Casa de las Conchas en Salamanca.
- En Aragón, el auge del gótico se produce a la par que su desarrollo comercial por el mediterráneo. Desde el punto de vista religioso, las construcciones más emblemáticas se erigen en el siglo XIV y acusan una gran influencia del Midi francés: iglesias de una sola nave o de salón, menor ornamentación, tendencia a la horizontalidad y escaso desarrollo de los vanos: catedrales de Barcelona, Palma de Mallorca, Gerona; iglesia de Santa María del Mar en Barcelona.

La aportación del gótico, expresión de una cultura urbana.




El concepto de arte gótico fue utilizado por vez primera por el artista e historiador Giorgio Vasari para referirse al arte de los “bárbaros” en contraposición al clasicismo del arte renacentista. El tono peyorativo con que se formula poco tiene que ver con la realidad, pues no es éste el arte de los godos o de otros pueblos germánicos sino que tiene su origen muy posteriormente en Francia, a mediados del siglo XIII, y se desarrollará por toda Europa durante más de trescientos años, perdurando en algunas regiones incluso más tiempo y dando lugar a numerosas variedades locales. Por eso, la historiografía artística ha encontrado serias dificultades para su definición, basadas frecuentemente en propuestas arquitectónicas: el arte ojival, la expresión medieval del arte del norte; o en circunstancias socioeconómicas e ideológicas: el arte de las nuevas ciudades que resurgen a partir del siglo XII o el de la nueva espiritualidad escolástica, que redescubre el medio físico y la naturaleza.Como síntesis de todas ellas, el gótico puede ser definido como la expresión artística de la Baja Edad Media, derivada del acrecentamiento del poder real y la creación de una cultura secularizada en la que tienen una importancia esencial las universidades. A partir de estas circunstancias se crean unas nuevas estructuras sociales, económicas y científicas que ven en la plasmación artística gótica la imagen de la nueva sociedad.


Imagen: Interior de la Santa Capilla de París. s. XIII.

sábado, 28 de enero de 2012

Unidad 11: LAS ARTES PLÁSTICAS EN EL MUNDO ROMÁNICO.







Las características esenciales que definen las artes figurativas del periodo son su finalidad catequética y su relación con lo arquitectónico, especialmente en el caso de la escultura.La primera resulta evidente si partimos de la necesidad de constituir un recordatorio para el pueblo analfabeto y peregrino acerca de las creencias cristianas, la obligatoriedad de la penitencia y los peligros del mundo. Responde, por tanto, a la imposición teológica de una serie de directrices dogmáticas y a una iconografía esencialmente escatológica (creencia de ultratumba).
A falta de una tradición definida, los artistas realizarán una labor de síntesis de las más variadas formas y procedencias: orientales, árabes, bizantinas, europeas..., gracias a la movilidad de las personas y de las influencias del momento.Si el artista se sometió a unas normas ideológicas, también tuvo que hacerlo a los límites que permitía la arquitectura. La ley del marco le obligó a deformar las figuras para acoplarlas al tímpano semicircular de las fachadas o a las características de los capiteles, que como vimos se convierten en elementos esenciales de la simbología de los edificios románicos. Tuvo pues que aprovechar al máximo el espacio e invadirlo todo con su talla (horror vacui), prescindiendo de la belleza formal en aras al mensaje que debían proyectar los relieves. La talla y el modelado suelen ser toscos, con una fuerte carga de hieratismo y frontalidad. La composiciones carecen de perspectiva y no existe una lógica espacial.
En definitiva se trata de representaciones ajenas a la realidad pero cargadas de emotividad; imágenes tópicas y estereotipadas que no debemos entender como el fruto de una ausencia de técnica, sino de su propia concepción y funcionalidad: el cometido del escultor es evocar las verdades de la fe, no representarlas. En este sentido, estamos un arte conceptual y expresivo, que sin renunciar al naturalismo no se preocupa por representar la realidad.
Al final del periodo románico el escultor empieza a liberarse del marco y transmitir dicha libertad a sus obras. La simple caracterización de un rostro da paso a un estudio de los rasgos faciales y el tratamiento de la figura comienza a adquirir valores táctiles, como observamos en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, obra del maestro Mateo en la transición al gótico.
Arquitectura y escultura se mezclan para construir el escenario ideal agustino: El Camino de Salvación, jerarquizando a lo largo del mismo la presencia de los distintos personajes bíblicos: Cristo, la Virgen, el tetramorfos, los apóstoles, los santos... Por ello los temas más usuales son el Juicio Final, Cristo en majestad (Pantocrátor) o la Virgen entronada. También abundan las vidas de santos, escenas de las escrituras o de los evangelios apócrifos e incluso temática profana y maligna –al exterior de los templos- que contribuyen a crear el escenario temible y mágico de la salvación que el fiel debe conocer.
La escultura exenta es mucho más reducida y se concreta en objetos de uso personal –asociada a los grandes personajes políticos o religiosos- o litúrgico. Cristo Crucificado y la Virgen Trono son los temas más representados en relación con la superación de la muerte y la salvación, y como sedes sapientiaes respectivamente. Casi siempre se trataba de esculturas talladas en madera y policromadas con vivos colores que junto con sus actitudes hieráticas y formalistas aluden a una cierta influencia bizantinizante.
Muchos de los caracteres de la escultura son aplicables a la pintura románica, que decoró frontales de tabla y, sobre todo, los grandes muros, bóvedas y ábsides de las iglesias de la época. Es una pintura al fresco, realizada al temple, de gran cromatismo, de colores planos y vivos, con una clara tendencia a perfilar con trazo oscuro y grueso los contornos; carente de profundidad y perspectiva, pero de una gran expresividad que recuerda con frecuancia al arte de la miniatura.Al igual que en la escultura, los temas preferidos son el Pantocrátor, de clara inspiración bizantina, o la Virgen Trono, fruto de la consideración de la divinidad mariana frente a algunas elegías milenaristas. En ocasiones, se introducen también escenas cotidianas, donde el paisaje o los elementos naturales contribuyen a la creación de ambientes.En España, en pintura mural se distinguen dos estilos diferenciados: el catalán, de influencia italobizantina y fuerte carga simbólica (San Clemente de Tahull), y el castellano, en relación con el Camino de Santiago, emparentado con lo francés y más cercano a lo cotidiano (San Isidoro de León).En menor medida se pintan frontales de altar y retablos, ejecutados con técnica de temple sobre tabla. Destacan en ellos los temas hagiográficos, de caracte´rísticas similares a la pintura mural.

Unidad 10. LA ARQUITECTURA: EL MONASTERIO Y LAS IGLESIAS DE PEREGRINACIÓN.



El románico no aportó ningún elemento constructivo original: el arco de medio punto, la bóveda de cañón y la de arista, el pilar, la columna, los sistemas de contrafuerte, etc., fueron elementos originarios de la arquitectura romana o adoptados por ésta de la de Oriente Medio, que posteriormente aparecieron en ensayos aislados en muchos ejemplos prerrománicos de los siglos VIII al X. Sin embargo, sí hubo una preocupación nueva en los arquitectos del siglo XI con respecto a sus predecesores: conseguir que las construcciones tuviesen una mayor armonía, grandiosidad y solidez, al tiempo que dotarlas de una mayor espiritualidad. Por eso, la iglesia y el monasterio se convirtieron en los edificios más emblemáticos del estilo.Este objetivo, constructivo y simbólico al tiempo, repercutió en el sistema de cubrición, al sustituirse con frecuencia las techumbres de madera por la combinación de bóvedas de piedra sobre gruesos muros y pilares con columnas adosadas (cuyos capiteles servían para recrear paraísos o introducir a los fieles en la temática bíblica). Por ello, el primer rasgo que caracteriza la arquitectura románica es el predominio del muro sobre el vano. Las pequeñas y escasas ventanas de los templos creaban unos interiores de luz tenue que incitaban al recogimiento espiritual.Estas iglesias abovedadas de gruesos muros de sillares de piedra responden, en general, a unas características bastante uniformes:- La planta es casi siempre basilical, según un esquema de cruz latina, inscrita o no, de varias naves longitudinales, más ancha y alta la central para abrir vanos de iluminación o situar tribunas. Las naves se separan de la cabecera por un transepto, una nave transversal al eje de la iglesia que puede seguir también un esquema basilical. Cuenta en la cabecera con uno o varios ábsides semicirculares en correspondencia con el número de naves. En algunos casos, las naves laterales rodean el altar, formando un deambulatorio al cual pueden abrirse pequeñas capillas radiales o absidiolos, que a veces se trasladan también al muro oriental del transepto.- La cubierta predominante es la bóveda de cañón, sobre todo en la nave central, que se refuerza con arcos fajones (perpiaños) sobre los pilares. Las naves laterales suelen cubrirse con bóvedas de arista, mientras el crucero (entrecruzamiento entre la naves central y el transepto) se destaca con una cúpula sobre trompas – y, en menor medida, sobre pechinas- que suele traducirse al exterior en una torre o cimborrio, contrastando con los campanarios de fachada.- El soporte principal es el pilar. En ocasiones se alterna con columnas o bien éstas se adosan a aquellos, sin ningún criterio proporcional, con el fin de enlazar el apoyo de los arcos: formeros (paralelos al eje del templo) o perpiaños (transversales). Los contrafuertes adosados al muro exterior se encargan de equilibrar los empujes de las bóvedas.En realidad, las construcciones románicas seguían las premisas agustinistas del arte paleocristiano. Los edificios debían basarse en una proporción racional de sus partes y la iglesia se concebía como un camino de salvación dotado de un enorme simbolismo moralizante, al que contribuían también las decoraciones escultóricas y pictóricas. Se trataba pues de una conjunción nueva de ideas y de elementos arquitectónicos ya conocidos, que fueron ensayados durante el prerrománico y que ahora se presentan con gran conexión, consiguiendo una unidad espacial interior y una volumetría exterior absolutamente novedosas.
El primer románico.
Los primeros elementos básicos de la arquitectura románica surgen a finales del siglo X en la región de Lombardía (Italia), extendiéndose a otras regiones próximas, principalmente la Cataluña pirenaica.Las características esenciales de esta primera arquitectura románica son las moderadas dimensiones de los edificios, la utilización del muro de sillarejo, sus esbeltos campanarios y la peculiar articulación exterior de los muros, a base de arquerías ciegas y lesenas (bandas lombardas).En Italia, el foco milanés dio como resultado iglesias tan significativas como las de San Ambrosio de Milán; entre los ejemplos catalanes podemos citar las significativas iglesias de Santa María de Ripoll, San Vicente de Cardona y San Pedro de Roda. Las características del estilo proliferaron en iglesias rurales hasta fines del siglo XII, con ejemplos emblemáticos como los de las iglesias de San Clemente y Santa María de Tahull en el Pirineo leridano.En la gestación de la arquitectura románica existieron también otros focos europeos cuyas experiencias sirvieron de transición al estilo, es el caso del arte asturiano español o del arte otoniano alemán; sin embargo, será en la región de Borgoña (Francia) y en torno al monasterio de Cluny donde se concreten los modelos más notables de la arquitectura románica cuya proliferación por Europa coincidirá con la de la propia orden cluniacense: iglesias basilicales de cruz latina, abovedamiento en sustitución de las armaduras de madera, capilla mayor con deambulatorio y abundancia de absidiolos. El importante papel de las peregrinaciones, en concreto a Santiago de Compostela tras el fin del primer milenio contribuirá también al desarrollo y homogeneización del estilo.
El esplendor de los monasterios.
Entre las órdenes monásticas, fueron los benedictinos quienes tuvieron mayor protagonismo en el desarrollo de la arquitectura románica al establecer un prototipo de iglesia y codificar definitivamente la tipología del monasterio (iniciada en época carolingia en la abadía de Saint Gall).La preponderancia de esta orden se remonta al siglo X, a raíz de la donación a la misma, por parte del duque de Aquitania, de un extenso territorio en Borgoña libre de impuestos y control laicos. Allí surgió el monasterio de Cluny que tras varias fases constructivas alcanza su modelo más significativo en la tercera, proyectada hacia 1085: iglesia de cinco naves precedida de pórtico, dos cruceros con capillas adosadas y deambulatorio con capillas radiales. La multiplicación de los altares responde a las propias necesidades litúrgicas dentro del gran movimiento de reforma monástica que imponía a los monjes el silencio, la meditación y el continuo culto a Dios. El alzado de la iglesia disponía de tribunas sobre las naves laterales destinadas a los numerosos fieles y todo el conjunto se abovedaba en piedra, contribuyendo a la solidez del edificio y facilitando las condiciones acústicas del canto gregoriano. En uno de los laterales se adosaba el claustro, en torno al cual se distribuían las dependencias monásticas: refectorio, sala capitular, celdas, etc., configurando un ambiente arquitectónico funcional y autosuficiente.El monasterio se convierte así en una de las manifestaciones claves de la arquitectura románica. Y, dependiendo de la abadía madre de Cluny, estos rasgos se difundieron por toda Europa a través de la fundación de nuevos monasterios como los de Moissac (Francia) o Santo Domingo de Silos (Burgos).
El camino de Santiago y las iglesias de peregrinación.
El hallazgo del sepulcro del apóstol en tierras gallegas junto con la consolidación política de los reinos cristianos durante el siglo IX abrieron desde fines de la centuria siguiente la ruta de peregrinación más importante del románico. El itinerario recorría la zona norte de España en una tierra recién repoblada idónea para la fundación de nuevos monasterios e iglesias que asentasen la presencia de los mencionados reinos. Se unían al itinerario hispano cuatro rutas procedentes de diversas regiones francesas, entre ellas Borgoña.Así, a lo largo del Camino se erigió desde el siglo XI un modelo de iglesias –inspirado en Cluny- capaz de albergar grandes multitudes y sorprendentes en su sistematización constructiva: planta de cruz latina (de tres o cinco naves), con transepto muy desarrollado y absidiolos adosados, y un gran deambulatorio para el tránsito de peregrinos y capillas radiales que le sirven de iluminación y diversifican el culto. La tribuna es el elemento esencial de estas fábricas, abriéndose sobre las naves laterales con acceso visual a la central; estaría destinada, probablemente, al albergue de peregrinos y según el viajero de la época, Aymeric Picaud, tendría el significado simbólico del espacio vacío. Las formas constructivas mantienen, por otra parte, los esquemas románicos más característicos: sillería, preponderancia de la superficie mural, uso del pilar, abovedamiento...El ejemplo más antiguo es la iglesia de San Martín de Tours, a las que siguieron las de San Marcial de Limoges, Sante Fe de Conques y San Saturnino de Tolosa, todas en Francia. En 1128 se finalizó la obra más emblemática del modelo y la que da razón de ser a su denominación como iglesias de peregrinación: la catedral de Santiago de Compostela. En la actualidad se discute la aparición del fenómeno como modelo ante las variaciones que presentan algunos de estos templos, entendiéndose más como la solución lógica a unas necesidades similares partiendo de los esquemas prefijados en Cluny III.
La diversidad de la arquitectura románica.
A pesar de la unidad de rasgos que intervienen en la configuración de la arquitectura románica, presenta también numerosas variantes regionales y nacionales, que evidencian al tiempo su generalización por toda Europa y la dificultad de definición del estilo. Precisamente fueron las rutas de peregrinación las que favorecieron el intercambio del mismo pero también la intervención de tradiciones locales en la concreción de las diferentes escuelas.Francia es el país donde se manifiesta más claramente dicha variedad. En Borgoña, la influencia de Cluny se hace presente en una tipología de iglesias majestuosas, cuyo ejemplo más singular es Sta. Magdalena de Vezelay. En el Perigord, el románico se mezcla con influencias bizantinas en iglesias con planta de cruz griega cubiertas por cúpulas como Saint Front de Perigueux. En el Poitou, las pequeñas construcciones enfatizan preferentemente la fachada mediante torrecillas circulares con cubiertas escamadas y una decoración escultórica profusa que cubre la totalidad de la portada (Notre Dame de Poitiers). En el norte, Normandía y Bretaña, las iglesias se elevan en altura, siendo un claro precedente del gótico; ascienden en altura hasta tres pisos, sustituyendo la tribuna por un andito y sobre éste un claristorio de iluminación (San Esteban de Caen). En Provenza, la presencia romana se hace notar a través de la utilización de elementos de tradición clásica: columnas corintias, frontones, fachadas en arco de triunfo, etc. (San Trófimo de Arlés).El románico en Italia también evolucionó atendiendo a tradiciones locales, siendo evidentes las influencias clásica y bizantina. En el norte se mantuvieron las características lombardas junto con el desarrollo de porches columnados y flanqueados por animales como en la catedral de Módena. En Toscana, se desarrolló un estilo muy rico y elocuente, al mantener la tradición paleocristiana de baptisterio, campanile e iglesia independientes y exentos, con cubiertas artesonadas y revestimientos marmóreos a la manera romana, en el que sobresale el conjunto del Duomo de Pisa.Los ejemplos españoles se enmarcan entre la influencia románica del primer románico, las aportaciones francesas procedentes de Cluny a través de la ruta jacobea y la inevitable influencia islámica procedente de Al-Andalus. La catedral de Jaca integra perfectamente estas tres aportaciones, San Martín de Fromista se convierte en el modelo de perfección estilística castellana y San Isidoro de León en la síntesis evolutiva del estilo a lo largo del tiempo. En el siglo XII otras alternativas regionales enriquecen el panorama románico, como las iglesias segovianas con sus pórticos de arquerías al sur (San Millán), las iglesias navarras de planta central (Eunate), las sorianas con fachada decorada (Sto. Domingo) o las leonesas con cúpulas bizantinizantes (catedral de Zamora). Sin embargo, es la catedral de Santiago de Compostela la obra culminante del románico nacional, iniciada en tiempos del obispo Diego Peláez y bajo la dirección de maestros de origen francés (Esteban), presenta soluciones procedentes de otras edificaciones del Camino. Por ultimo, no debemos olvidar la peculiar situación de peninsular durante los siglos XI y XII, y la población musulmana que, en convivencia pacífica, se incorporó a los territorios cristianos. Iglesias de Toledo, Sahagún o Teruel tuvieron una mano de obra musulmana introduciendo nuevos materiales y técnicas sobre una base constructiva románica y después gótica, respondiendo a un modelo estético conocido como arte mudéjar.

CONFIGURACIÓN Y DESARROLLO DEL ARTE ROMÁNICO

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL ARTE ROMÁNICO.
El término románico fue empleado por primera vez en el siglo XVIII en el contexto del debate acerca de las raíces de las lenguas europeas, pretextando que éstas no derivaban directamente del latín sino de una interpretación popular del mismo: la lengua románica. Poco después, se utilizó el concepto romanesco para aplicarlo a un arte que presentaba evidentes relaciones espaciotemporales con la citada lengua.A principios del XIX el escritor Adrien Gerville utilizaría también el término románico con un sentido artístico, desligado de las connotaciones lingüísticas, para designar la arquitectura erigida entre la caída del Imperio romano occidental en 476 y el origen del gótico en el siglo XII, fruto de la degeneración y la barbarie de la Alta Edad Media. Habría que esperar a 1851 para que J. Quicherat le exonerase del tono peyorativo aludiendo al estilo románico no como un arte decadente, sino como la expresión plástica de una variada relación de distintas influencias artísticas concretadas en torno al año 1000.

Al margen de los debates sobre el concepto de arte románico, en la actualidad tiende a reducirse su acepción a las manifestaciones artísticas surgidas en Europa desde mediados del siglo XI y durante el siglo XII, al hilo del nuevo espíritu y las nuevas circunstancias socioeconómicas y políticas del continente aparecidas tras el año mil.Desde el punto de vista ideológico el origen de este nuevo estilo respondería a dos premisas esenciales:
a) El nuevo espíritu religioso derivado de la reforma cluniacense y animado por fenómenos como las cruzadas y las peregrinaciones. Y
b) Las nuevas condiciones históricas generadas por una estabilidad política de base feudal, un cierto desarrollo económico y el triunfo de la autoridad papal sobre las terrenales,

Como aspectos esenciales estarían el de ser el primer estilo internacional europeo, el de conformarse como síntesis de los estilos precedentes (el prerrománico e influencias orientales y bizantinas) y el de tener una concreción inicial en el denominado estilo románico lombardo-catalán desde fines del siglo X. La historiografía del arte actual tiende a distinguir una secuencia evolutiva en la definición y desarrollo del románico: el primer románico, denominado tradicionalmente lombardo, que aludiría fundamentalmente a las experiencias arquitectónicas que anticipan la teoría espacial del estilo; el románico pleno, referido a un conjunto de características que se concretan en todas las artes y generaliza su extensión por casi toda Europa; y el tardorrománico, que discurre paralelo al origen del gótico en algunas zonas y resulta de un lenguaje artístico de transición al nuevo estilo.Esta evolución nos sitúa en el problema de la dificultad de estudiar un arte verdaderamente complejo en lo estético y lo cronológico. De hecho, la pluralidad de formas y expresiones que recoge ha llevado a algunos historiadores en los últimos años a plantearse la necesidad de revisar la nomenclatura e incluso la propia teoría sobre el románico.

miércoles, 25 de enero de 2012

Auriga de Delfos



La imagen la identificamos con una escultura de bulto redondo, realizada en bronce (con la técnica a la cera perdida), realizada en el primer milenio a.C., se trata de una escultura conmemorativa. A primera vista se ve un hombre de figura erguida, con los brazos están puestos hacia el espectador para destacar el volumen de la escultura y obligar al espectador a verla desde varios puntos de vista, con larga túnica y actitud impasible, los pies se sitúan oblicuamente respecto al cuerpo, el cual acentúa levemente la torsión lateral, de acuerdo con los brazos y cabeza; esta torsión se manifiesta en el juego de los pliegues de la túnica, ceñidos en la cintura y sueltos en el torso. El rostro está de acuerdo con esa disposición corporal; mantiene un gesto sereno en el que ha desaparecido la sonrisa, da paso a una expresión centrada, destacan unas facciones geometrizadas, pero con una fuerte “carnosidad” en los elementos propios del rostro. Se trata de una obra naturalista. Podemos identificarla con la Auriga de Delfos, es una escultura realizada en el año 474 a.C, se trataba seguramente de un grupo escultórico; estaría formado por la auriga que sostiene las riendas de la cuadriga, los cuatro o seis animales, un guerrero detrás de el, además de un mozo de cuadra, la escultura esta fundida en varias piezas separadas y soldadas posteriormente, tal como era costumbre en representaciones que incluían un número importante de figuras. Dicha escultura es una representación genérica a través de prototipos comos los atletas qque constituyen una temática fundamental de la estatuaria griega, es una estatua original (una de las pocas que se conservan) de autor desconocido aunque se atribuye por su importancia a uno de los mayores broncistas de la época Pitágoras de Regio, maestro de Policleto. La escultura es ligeramente inferior al tamaño natural y podemos observar en ella otros materiales utilizados como piedra de color (incrustados en los ojos) y en la diadema se conservan restos de oro.Se encuentra en la actualidad en el museo de Delfos. Junto al Poseidón de Arteimision constituyen la obra clave del denominado arte severo (transición del estilo arcaico al clásico) desarrollado durante la primera mitad del S.V y en el que la estatuaria estará influida por el ethos resultatnte de la victoria griega en las guerras medicas.

Altar de Zeus en Pérgamo



La imagen que comentamos es una arquitectura griega. Se observa que tiene un carácter adintelado, realizada en mármol de sillería y de planta longitudinal. Tiene una función  religiosa y conmemorativa. Es característica del arte griego que se desarrolla en el ámbito mediterráneo en el primer milenio a.C. 

Tiene forma de U invertida tras la que se abre un pórtico corticado. En el centro se dispone un altar para el fuego sagrado. Se erige sobre un crepidoma sobre elevado y un pódium sobredimensionado a modo de dos grandes antes que nos abrazan en los dos extremos de la fachada, y definen un espacio central presidido por una escalinata monumental. El edificio se corona con un peristilo de orden jónico sobre el que monta un entablamento compuesto por arquitrabe y cornisa, por ello que el friso se convierte en elemento primordial en la decoración del zócalo y en el propósito del monumento. Esta circunstancia, es decir, la subversión del orden y la tipología del edificio no remite directamente al periodo Helenístico.

Este tipo de altares tienen un precedente en los centros solares persas, construcciones muy simples limitadas por un pequeño muro perimetral  y en cuya parte central se situaba el altar de sacrificios a cielo abierto.  La proximidad con el mundo persa debió haber influido en los arquitectos helenísticos, quienes además al no tratarse de un templo en sentido estricto pudieron experimentar con formas y utilización de elementos de los órdenes clásicos de manera muy libre. Este hecho, se advierte en particular en el friso decorativo que bordea el zócalo del monumento y que constituye una verdadera propuesta iconográfica con la presentación en alto relieve de la Gigantomaquia, la lucha entre dioses y gigantes, que no es otra cosa que un trasfondo entre el orden y el caos por el dominio del mundo. 

El edificio es el altar de Zeus en Pérgamo construido bajo el reinado de Eumenes II en el siglo II a. C. en conmemoración de su victoria sobre los pueblos gálatas. En este sentido, el friso aludido se convierte en una metáfora de la citada guerra y el monarca se identifica así con los propios dioses triunfantes. El altar de Zeus ha tenido secuelas posteriores en distintas épocas, cabe mencionar por ejemplo el monumento funerario a Víctor Manuel II rey de Italia erigido en el siglo XIX. 

En la actualidad se conserva en el museo de Pérgamo en Berlín.

martes, 24 de enero de 2012

Teatro de Epidauro.

TEATRO DE EPIDAURO


La imagen a comentar es una arquitectura adintelada, cuya planta es central y semicircular. Esta realizada en piedra de sillería y concebida para la celebración de espectáculos .Pertenece a la época clásica que se desarrolla en el ámbito Mediterráneo en el primer milenio a.C .
El edificio consta de los siguientes elementos característicos: Un graderío o cavea ultrasemicircular , el cuál se dividía en dos niveles para distinguir las clases sociales.Además, se solía construir aprovechando una colina que condiciona su propio desnivel y también da lugar a una excepcional acústica; una orquestra de planta circular ,es la parte dedicada a los danzantes y al coro y se sitúa delante de la escena o skené que se encuentra a nivel de tierra con dos salidas laterales y abierta y en ella se desarrolla la actuación principal .
Se trata de un teatro griego donde solían conmemorar alguna festividad específica.A su vez , los autores teatrales que cultivaron el género trágico ,gozaron de un enorme prestigio en la Grecia Clásica ya que sus obras solían identificarse con los problemas de la época.Por ello estas representaciones solían celebrarse en las hondonadas entre varias colinas , pero debido al crecimiento de las polis y las nuevas necesidades de representar ,conllevó a la creación de un edificio apto para ello .
En concreto , la imagen nos muestra el Teatro de Epidauro uno de los más importantes de la Antigua Grecia construido junto al Santuario de Dios Esculapio en el Peloponeso. Su estructura fue imitada por otros teatros posteriores en la Grecia Continental y en los reinos helenísticos .Los teatros griegos sirvieron como modelo a los teatros romanos especialmente a partir de la conquista de Grecia en el S .II a.C ,aunque con ligeras modificaciones estructurales que lo hacían más construido y menos integrado en la naturaleza.Esta forma se ha mantenido posteriormente en el diseño de algunos teatros de inspiración clásica durante el Renacimiento o incluso en época actual .Su autor fue Policleto cuya construcción la realizó en el S.IV a.C . El teatro , es el ejemplo de desarrollo urbanístico y social de las polis griegas que influirá en Roma .

lunes, 9 de enero de 2012

UD 14. Orígenes y características del arte islámico. La mezquita y el palacio en el arte hispanomusulmán.

1. INTRODUCCIÓN.


El Islam (sumisión) surge al oeste de la península Arábiga a principios del siglo VII, tras las revelaciones de Dios (Allah) al profeta Mahoma (Muhammad). La nueva fe en el Islam implicaba unas actitudes sociales y políticas que pronto conformaron una nueva cultura que se extendió rápidamente por Oriente Próximo y buena parte de Asia, África y la Península Ibérica. Su falta de tradición anterior, su difusión por este amplio espacio geográfico y su desarrollo en un dilatado marco temporal –desde el s. VII hasta la actualidad- han generado una enorme variedad de manifestaciones artísticas, heredadas frecuentemente de los pueblos sometidos o convertidos al Islam, realizando una original selección e interpretación de elementos clásicos, paleocristianos, bizantinos, persas, sasánidas u orientales.
A pesar de este origen sincrético y de su diversidad formal, el arte musulmán presenta una gran homogeneidad, generada a partir de sus propios principios religiosos, de su concepto de la divinidad y del influjo que sobre la vida de los musulmanes tienen el Corán (libro sagrado del Islam), el Hadit (conjunto de hechos y dichos del Profeta) y la Sunna (la costumbre). Las consecuencias de todo ello en el arte se resumen en los siguientes aspectos:

- La inexistencia de imágenes sagradas, en tanto que Dios es una naturaleza inaprehensible, de cuya presencia sólo conocemos la palabra con la que se ha revelado (en el Corán).
- Como consecuencia de lo anterior, la lengua árabe adquiere una gran relevancia cultural. El árabe se convierte en la lengua de la revelación y su escritura hace visible la palabra de Dios. Por ello, la caligrafía se convierte en la expresión artística de mayor rango en el Islam y las inscripciones en el equivalente de las imágenes en el arte cristiano.
- Por tanto, el arte musulmán no tiene como función la imitación de la naturaleza, al contrario, es un medio para demostrar que las cosas no existen por sí mismas. En el arte del Islam no caben ni el realismo, ni la idealización, ni la abstracción, que son tendencias relacionadas con la imitación de la naturaleza; por contra, tiende a la estilización, es decir, a hacer descender en un grado la representación de la vida: a tratar al hombre como un animal, al animal como una planta, a la planta como una geometría...
- Y, finalmente, una estética de lo perecedero y de lo mudable, derivada de la creencia en una naturaleza dinámica (sólo Alá es inmutable) que se traduce en la existencia de un arte efímero.

De lo anterior se colige que sólo la arquitectura y su ornamentación alcancen carta de naturaleza en el arte islámico. La primera en tanto que manifestación artística de carácter práctico, la segunda –complementaria de la anterior- en tanto que expresión de la mutabilidad de las cosas y, de acuerdo con el pensamiento islámico, expresión de la existencia de Dios.

La arquitectura por excelencia del arte islámico es la mezquita, concebida exclusivamente como lugar de oración. Al contrario que en el arte occidental aquí la forma no sigue a la función, es decir, la mezquita puede adoptar diferentes formas –a imitación de arquitecturas de los territorios conquistados- con el único requisito de constituirse como una superficie plana orientada hacia La Meca. No obstante, el Islam creará una tipología específica de mezquita que frecuentemente es la que se utiliza para la celebración de la oración de los viernes y recibe el nombre de aljama. Aunque se ha debatido mucho sobre su morfogénesis, no hay duda de que atendiendo al carácter ejemplarizante del Hadit se buscase como modelo la propia casa del profeta en Medina.
Aquella casa estaría básicamente constituida por un patio (sahn) circundado de tapias donde se llevaría a cabo la oración, tomando como referencia sagrada el muro norte (orientado a Jerusalén) y tras su disputa con las comunidades judías el muro sur (orientado a La Meca). Muy pronto el patio debió cubrirse parcialmente con una techumbre, originándose la sala de oraciones (haram), generalmente más ancha que profunda para favorecer la disposición de los oradores ante el muro dirigido a La Meca (qibla). Tras la muerte del profeta será habitual la apertura en dicho muro del mihrab, un pequeño nicho cuyo significado es discutido; desde un punto de vista práctico serviría para ampliar la voz del imán durante la dirección del rezo, desde un punto de vista simbólico se interpreta como el recuerdo de Mahoma, el primer director de la plegaria, al que se le dedica un lugar preferente como expresión de su ausencia (debido al aniconismo musulmán).
Tras esta tipología básica, nuevos elementos irán surgiendo conforme a las necesidades prácticas y de oración: el alminar o minarete, torre desde la que el muecín llama a la oración; el mimbar o silla alta -a modo de púlpito- desde el cual el imán preside la oración del viernes; la macsura, espacio acotado frente al mihrab reservado para el califa; o el sabil, la fuente para abluciones situada en el patio.
Como ya dijimos, desde el punto de vista formal la mezquita musulmana, que en esencia tan sólo necesita de una superficie horizontal del suelo y de la orientación sagrada, ha gozado de una gran versatilidad en su evolución histórica, adoptando diferentes tipologías arquitectónicas, siempre en relación con la tradición artística de los territorios dominados por el Islam. Las más importantes tipologías de mezquita son tres: la mezquita de sala hispóstila (como las de Damasco o Kairuán), la mezquita de patio central con cuatro iwanes (como la de Isfasán) y la mezquita de planta central cubierta con cúpula (como la de la Cúpula de la Roca, en Jerusalén, o la Suleimaniye, en Estambul).

La ornamentación constituye el complemento lógico de la arquitectura musulmana, como elemento que reviste los materiales pobres del aparejo islámico: mampuestos, ladrillos, yesos..., pero , sobre todo, como expresión de la estética mahometana superpuesta a todo tipo de materiales –preciosos o no-. Se entiende, por ello, como algo sustancial y primario que se desarrolla “ad infinitum” sobre muros, suelos y techos, y se prolonga en el mobiliario, las alfombras y los tapices. La decoración configura espacios ilimitados, mediante la repetición rítmica de motivos en serie que se multiplican por simple adición y contribuyen a generar el efecto de lo efímero en contraposición a lo inmutable, que es Dios. Se trata de un recurso imprescindible, junto al uso de la luz, para la desmaterialización de la arquitectura; y en este sentido debe entenderse más como un modo conceptual de conseguir la armonía, que como un recurso expresivo al uso siguiendo los cánones occidentales.

Los elementos básicos de la decoración musulmana son tres: la decoración caligráfica, la decoración vegetal y la decoración geométrica.
La caligrafía adquiere un sentido iconográfico y se entiende como imagen de la divinidad. Por eso, es uno de los factores que confiere unidad al arte islámico en cuanto que representación de la palabra de Alá. Desde el punto de vista formal sobresalen dos tipos básicos de escritura, la cúfica (habitual en la arquitectura) que presenta rasgos monumentales, angulosos y sobrios, y la nasji, con caracteres más libres y cursivos.
Los motivos vegetales, denominados ataurique en el arte andalusí, incorporan elementos de tradición naturalista, clásica y bizantina (acantos, roleos, palmetas, etc.) a través del arte omeya. Durante el periodo abbasí y en adelante, asistimos a una progresiva estilización de las formas, así como a sus diseños ilimitados que posibilitan el revestimiento total de grandes superficies.
Los motivos geométricos proceden asimismo del mundo clásico, de la geometría pitagórica. Tienen como origen el círculo, que se multiplica y descompone hasta formar otros elementos poligonales y estrellados. De esta manera representan la unidad en la multiplicidad y viceversa, y con ello a Dios inmutable y la naturaleza efímera.

No menos importantes resultan la utilización de la luz, la jardinería y el agua como complementos ornamentales de lo arquitectónico, para transformar los espacios humanos en ambientes etéreos y paradisíacos.



2. RASGOS GENERALES DE LA ARQUITECTURA ISLÁMICA.


Las edificaciones islámicas obedecen al carácter efímero y cambiante con que se interpretan todos los elementos de la naturaleza. Los problemas constructivos pasan a un plano secundario en la medida en que la forma no se adapta a la función, prescindiendo de las tipologías y valorando casi con exclusividad sus usos:

- Por eso impera en toda la arquitectura del Islam una tendencia a la interiorización, derivada de la hegemonía y sacralización de lo privado, con propensión hacia los espacios íntimos y recónditos y una despreocupación por el tratamiento de los exteriores.
- Por eso, la piedra de sillería -símbolo de la perdurabilidad en los edificios clásicos- deja de utilizarse en favor del ladrillo y la mampostería, revestidos con estuco, mucho más abundantes. Las techumbres suelen ser ligeras, utilizándose cubiertas de madera, bóvedas gallonadas, de tracería calada y de crucería (con la peculiaridad de que los nervios se entrecruzan en los laterales formando estrella). Las columnas o pilares sobre los que se asientan son delgados y muchas veces reutilizados de épocas anteriores como emblema de una tradición que el Islam no tiene o de su carácter continuista (respecto de las otras dos religiones reveladas, judaísmo y cristianismo). Los arcos siguen también modelos anteriores, especialmente romanos, siendo utilizados los de medio punto, de herradura y apuntados; a partir del siglo X, los polilobulados y más tarde los mixtilíneos.

La arquitectura islámica tiene como marco privilegiado la ciudad, el lugar ideal para realizar las transacciones mercantiles, base fundamental de la economía mahometana y elemento esencial de su cultura. El califa se encarga de proteger la economía protegiendo la ciudad, al tiempo que extiende su poder fundando nuevas ciudades.
Con independencia de las diferentes tipologías de ciudad musulmana, que suelen responder a las distintas tradiciones urbanísticas de los territorios conquistados, se puede hablar de un sistema de organización urbana característico que implicaría los siguientes elementos: el núcleo urbano, las áreas residenciales, el recinto amurallado y los arrabales.
El núcleo urbano está integrado por la mezquita mayor del viernes y por el palacio (al-qasr, alcázar) del califa. Estos últimos no suelen responder a un programa constructivo preciso, siendo el resultado de la integración de diferentes unidades arquitectónicas independientes. A ellos se suman los edificios comerciales y sociales: el zoco (mercado), la alhóndiga (edificios para la transacción de mercancías) o el hamman (baños públicos).
Las áreas residenciales, dentro del perímetro amurallado de la ciudad, se organizan en diferentes barrios cerrados. El sistema de planificación urbana, basado en la mera agregación de casas, configura una planimetría laberíntica.
El recinto amurallado está presidido por la alcazaba, edificio acastillado situado en un escarpe que adquiere funciones administrativas además de las lógicas de defensa y control policial. Desde un punto de vista simbólico, la muralla establece la separación entre dos mundos: el urbano y el rural.
Fuera de la muralla se sitúan los arrabales, donde se desarrollan los mercados agropecuarios, las actividades artesanales vinculadas al agua, los cementerios, etc.



3. LA ARQUITECTURA ISLÁMICA EN ESPAÑA.


La conquista musulmana de la Península Ibérica fue llevada a cabo desde el norte de África con gran rapidez a partir del año 711. Muy pronto las tropas musulmanas consiguen atravesar los Pirineos, siendo rechazados por los francos de Carlos Martel en Poitiers, lo que supone el fin de su expansión por occidente y el inicio de una presencia efectiva en la Península que durará casi ochocientos años.
Los tres primeros siglos de la historia de Al-Andalus (la frontera), denominación islámica de sus territorios peninsulares, van a tener como capital la ciudad de Córdoba. En este periodo, denominado por ello cordobés, se van a suceder hasta tres situaciones políticas diferentes: del 711 al 756, un emirato dependiente de Damasco, gobernado por walies con poder delegado del califato omeya; del 756 al 929, un emirato independiente del califato abbasí de Bagdad, gobernado desde Córdoba por una dinastía omeya instaurada por Abderramán I; y desde el 929 al 1031, un califato, proclamado por Abderramán III y surgido a raíz del desmembramiento del poder abbasí en oriente y la consolidación de entidades similares en el norte de África.
Tras la destrucción del califato cordobés como consecuencia de una guerra civil interna, Al-Andalus va a quedar desmembrado en múltiples reinos (taifas) durante el siglo XI. El debilitamiento político que esto supone permitió el avance de los reinos cristianos del norte, que en 1085 logran apoderarse de la ciudad de Toledo. Como resultado algunos reyes taifas buscarán auxilio en los imperios bereberes norteafricanos: almorávides y almohades (1086-1212), que imponen una férrea disciplina militar y religiosa. La descomposición del poder almohade debido la presión de los reinos cristianos (Navas de Tolosa, 1212), provocará la aparición de nuevos pequeños reinos, entre los que sobresalen los nasrí o nazaríes, quienes establecerán un sultanato con capital en Granada. Gracias a sus pactos con Castilla se asegurarán la pervivencia del reino hasta 1492.


3.1. La arquitectura del califato de Córdoba.

El monumento religioso más importante del periodo cordobés es la mezquita mayor o aljama de Córdoba, construida en sucesivas etapas.
La primera mezquita fue erigida por el emir Abderramán I sobre el solar de la basílica hispanovisigoda de San Vicente, entre el 786 y el 788. Su planta configura un cuadrado perfecto, con la mitad norte dedicada a un sahn sin pórticos y la sur a un haram cuya qibla se orientaba también al sur, en recuerdo de las mezquitas de Damasco o del camino a seguir para regresar a La Meca. La sala de oraciones es del tipo hipóstilo o pseudobasilical y estaba compuesta originalmente por once naves de doce tramos o intercolumnios cada una; su gran novedad radica en la utilización de un sistema de superposición de soportes que confiere al edificio un espacio volatil. En la parte inferior se sitúa una columna de orden corintio (la mayor parte de las de la primitiva mezquita reaprovechadas de construcciones visigodas y romanas anteriores) sobre la que monta un pilar de sección rectangular desde el que arranca un arco de medio punto que sirve de soporte a una cubierta a dos aguas. El tránsito entre los soportes se realiza mediante un cimacio cruciforme desde el que arrancan transversalmente los pilares mediante modillones de rollo y longitudinalmente arcos de herradura con función de entibo. Los arcos presentan dovelas de piedra y ladrillo, que les otorgan su tradicional bicromía roja y blanca.
Del recinto exterior sólo se ha conservado el muro occidental, con contrafuertes rectangulares y muros de sillería a soga y tizón, rematado por almenas escalonadas.
Esta primera mezquita fue complementada por el alminar construido poco después, en época de Hisem I.
Esta primera mezquita marcó la pauta de las sucesivas ampliaciones. En ella hay numerosos elementos de tradición local, romana y visigoda, como los materiales reaprovechados, el aparejo del muro a soga y tizón, el modillón de rollo y la alternancia de sillares y ladrillos en la dovelas; mientras otros son sin duda de influencia omeya, como la tipología de planta o las almenas escalonadas, inspiradas en la mezquita de Damasco. El arco de herradura es de tradición romana y se utiliza con frecuencia en la arquitectura omeya. La superposición de arquerías también se producía en la mezquita de Damasco, pero con funciones de entibo nos traslada a algunos acueductos romanos, como el próximo de los Milagros en Mérida.

La primera ampliación de la mezquita de Córdoba fue realizada por Abderramán II, terminándose en el 848. Consistió en una prolongación de la sala de oraciones hacia el sur, ampliándola en ocho tramos. Por vez primera se labran algunos capiteles, entre ellos los que se conservan en el mihrab actual.
La segunda ampliación, ya en época califal, la lleva a cabo Abderramán III, ampliando el patio, al que dota de pórticos, reforzando la fachada de acceso al haram y construyendo un gran alminar de planta cuadrada. Lo más destacado desde el punto de vista formal es la aparición de todas las novedades del arte califal: los capiteles corintios de hoja lisa (esencialización de las formas) y las nuevas proporciones del arco de herradura (más cerrados y con un punto de trazada distinto entre el trasdós y el intradós).
Una tercera ampliación fue emprendida poco después por Al-Hakán II (962). De nuevo se prolongó hacia el sur la sala de oraciones, dotándola de doce tramos más e introduciendo el esquema en forma de T, con cúpulas, presente en occidente desde la mezquita de Kairuán. El muro de la qibla se hace doble, adosando dependencias para el acceso directo del califa desde el alcázar, en el lado oeste y otras cinco estancias para el tesoro al este. El mihrab es de planta octogonal y la monumental fachada se dispone en arco de herradura (símbolo del poder del califa), encuadrado por alfiz y con friso de arcos lobulados en la parte superior. Algunas de estas características han sido valoradas como rasgos intencionadamente arcaizantes, cuyo objetivo sería restituir el antiguo esplendor omeya en Córdoba, convertida en la nueva Damasco; así por ejemplo la decoración de mosaicos y mármoles, ejecutada por musívares bizantinos enviados por el propio basileus de Constantinopla, Nicéforo Focas.
La cuarta y última reforma fue realizada por Almanzor a partir del 987, consistiendo en una ampliación hacia el este de toda la mezquita (condicionada por el río al sur y el alcázar al oeste), que desplaza el eje axial del mihrab. No aporta novedades formales y obedece esencialmente a la presencia en la capital califal de un gran número de mercenarios bereberes.

La arquitectura cordobesa se completa con otras mezquitas menores, entre las que sobresale la de bab-al-Mardum, en Toledo; típica construcción de arrabal dividida en 9 tramos cubiertos con bóvedas califales. Y ciudades palacio, muy conformes con el carácter urbano de la sociedad islámica, entre las que sobresale de Madinat-al-Zahara en las proximidades de Córdoba.

3.2. La arquitectura nazarí.

Como se ha visto, durante el proceso de descomposición del estado almohade se produce un nuevo periodo de taifas del que solamente va a pervivir el reino nazarí de Granada.
Tradicionalmente se ha destacado que la arquitectura nazarí está realizada con materiales pobres y perecederos. Pero hay que diferenciar en lo nazarí dos tipos de arquitectura: una funcional y constructiva, que utiliza argamasa para los muros y ladrillo para los arcos y bóvedas; y otra decorativa y ornamental, con mármoles, columnas, alicatados y yeserías.
Esta última es la que se utiliza en los conjuntos palatinos, donde aparecen las formas más apreciables del arte nazarí: ligeras columnas de mármol con capiteles de gran collarino y ornamentados con ataurique, arcos peraltados y angrelados, bóvedas de mocárabes y una profusa decoración de yeserías.
Los palacios se organizan en torno a un patio de planta rectangular con dos tipologías esenciales de procedencia oriental: la de patio con alberca y la de patio de crucero. En ellos el edificio se halla en íntima comunión con el jardín.
El conjunto palatino más importante del arte nazarí es la Alhambra de Granada, residencia de los sultanes, emplazada en la parte más elevada de una colina que sea alza a la izquierda del río Darro, frente al Albaicín. El sultán Muhammad I levantó a partir de 1238 una alcazaba o recinto militar. A principios del siglo XIV Muhammad III construyó un primer palacio –El Partal- formado por un pabellón real y ante él un estanque como esencia de la naturaleza mudable.
El arte nazarí de la Alhambra alcanza su momento de esplendor en el s. XIV, en la época de los sultanes Yusuf I y su hijo Muhammad V; al primero corresponde la construcción del palacio de Comares y al segundo la del palacio de los Leones.

El palacio de Comares recibe su nombre de las vidrieras de colores (comarias) que sin duda adornarían algunos de sus salones. Groso modo, está formado por un patio rectangular con alberca (patio de los arrayanes), en torno al cual se distribuyen las diferentes estancias entre las que sobresale el torreón de Comares, aula regia de Yusuf I, cuya techumbre simboliza el cielo musulmán.
El palacio de los Leones fue construido por Muhammad V antes de 1362. Está organizado en torno a un patio crucero con fuente central, de inspiración persa y abbasí, y símbolo del paraíso islámico, destinado al sultán y a quien le honre (*). A sus lados se abren diferentes estancias entre las que sobresalen la sala de las Dos Hermanas, despacho real o mexuar del palacio, y el mirador de Daraxa (o Lindajara), la nueva sala del trono.
Entre ambos palacios se halla el Baño Real construido por Ismail I siguiendo los esquemas tradicionales: un vestuario, una sala de agua caliente y otra de agua templada, con estancias abovedadas y perforadas por claraboyas cenitales en forma de estrella.

La Alhambra se complementa por una finca agropecuaria, con huertas, prados para ganado y una residencia real: El Generalife, mandada construir por el sultán Muhammad II a fines del s. XIII.

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